sábado, 18 de agosto de 2012

ESTADO ACTUAL Y FUTURO DE LA SEGURIDAD SOCIAL Dr. Eugenio Semino Defensor de la Tercera Edad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Conferencia ofrecida el 10 de diciembre de 2010 en el Museo Gregorio Álvarez de la ciudad de Neuquén, Patagonia Argentina Presentación: Dra. Graciela Bourdieu Defensora del Pueblo Adjunta de la ciudad de Neuquén y representante del Foro Interinstitucional Permanente en Defensa de los Derechos de los Adultos Mayores. Dra. Graciela Bourdieu: Buenas tardes. Hoy es un día especial, es el Día Internacional de los Derechos Humanos, en Conmemoración de la Declaración Universal, que fue consensuada en el año 1948 por los Estados, después de la II Guerra Mundial. Y en este marco hemos propiciado la realización de este encuentro con el doctor Eugenio Semino, conocido por nosotros y a través de los canales de televisión, como l Ombudsman de la Tercera Edad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que viene trabajando desde hace muchos años en defensa de los derechos de nuestros adultos mayores. Esta convocatoria de la Defensoría del Pueblo se hace conjuntamente con el Foro Interinstitucional Permanente en Defensa de los Derechos de los Adultos Mayores, que está integrado por el PAMI, el ministerio de Desarrollo Social, la Universidad Nacional del Comahue, CALF, la Municipalidad de Neuquén, la Subsecretaría de Salud, el Parlamento de la Tercera Edad y diversos centros de jubilados. La idea que tenemos es promover y difundir la existencia y la exigibilidad de los Derechos Humanos de las personas adultas mayores. Buscar un mayor peso y eliminar las formas de discriminación. Sabemos que el concepto de los Derechos Humanos es universal e igualitario, pero existen determinados grupos dentro de la sociedad que se encuentran en una situación de vulnerabilidad, exigiendo del Estado un compromiso superior, que redunde en acciones más intensas y efectivas, más comprometidas y más abarcativas. Desde los inicios de la Defensoría, en el año ‘99, venimos trabajando conjuntamente con los adultos mayores en distintas temáticas. Abarcando la salud, la jubilación y pensiones -recordemos aquel recorte famoso del 13% en septiembre de 2001-, la orientación jurídica, los problemas con los geriátricos, los abusos, los maltratos y la discriminación, entre otros temas. Pero nada nos ha enriquecido más que el haber encontrado al Foro. Con el Foro fuimos creciendo, fuimos avanzando. Porque allí compartimos experiencias y saberes que hoy están aquí con nosotros. Antes de ceder la palabra al Dr. Semino, voy a resumir su curriculum, porque de lo contrario tendría que estar toda la tarde: El Doctor Semino es Defensor de la Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es Gerontólogo, Doctor en Criminología, abogado egresado de la UBA, escribano egresado de la UBA, Docente en Gerontología del Instituto Nacional de Migraciones y Servicios Sociales de España, Presidente del Comité Científico de la Sociedad Iberoamericana de Gerontología, Presidente del Comité Científico para América del Instituto Fernando Santi de Italia, Consultor Permanente de la Unión Europea para Políticas Sociales del MERCOSUR, Presidente Honorario del Parlamento de la Tercera Edad de la Ciudad e Buenos Aires, ex - Director General de Discapacitados y Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires, Legislador de la Ciudad de Buenos Aires, Docente de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Docente de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, Profesor invitado del Master de Gerontología y Discapacidad IMSERSO, Miembro del Comité de Expertos Internacional de la Universidad de Granada, de España y autor de diversas obras de derecho, gerontología e historia. Eugenio Semino nos va a hablar ahora de “El estado actual y futuro de la seguridad social”. Dr. Eugenio Semino: Muy agradecido por la invitación de la Defensoría del Pueblo de Neuquén y el esfuerzo de quien me precedió en el uso la palabra, Graciela Bourdieu, a Diana Kallmann y a todos los amigos y amigas de la Defensoría, gracias a ustedes por la paciencia. Menos mal que Graciela leyó parte del currículum, si leía el prontuario estábamos dos horas y media. En realidad estaba pensando, respecto del apellido, en el “primo” de Graciela, el Sociólogo Pierre Bourdieu, quien planteó que hoy se da en nuestras sociedades una disputa por el campo de lo simbólico; es decir, una disputa para ver quién maneja los conceptos de la simbología social entre los poderes dominantes. Y esto tiene mucho que ver con lo que hoy vamos a hablar. Porque en definitiva el tema de la vejez, del envejecimiento, los aspectos referidos a los miedos y la muerte, son grandes desafíos para todas las sociedades a escala mundial, que están en una dinámica de cambio, de construcción permanente, involucrando todo lo que hace a la seguridad social. Seguridad Social y Derechos Humanos Cuando nos referimos a derechos humanos, en realidad estamos aludiendo a la seguridad social. A veces hay un reduccionismo y se vincula a la seguridad social con tema de la previsión social, que es uno de los pilares de la seguridad social. Al que hay que agregar educación y salud. Cuando uno ve el desarrollo de estos pilares en la sociedad mundial y en nuestra sociedad, ve cómo crecen en paralelo, cómo se los copta en paralelo y cómo los poderes dominantes, las clases sociales dominantes, se apropian de los conceptos, y emerge un residual de los efectos negativos de la falta de seguridad social, conocido hoy en los medios a través del mote de inseguridad. Inseguridad que se plantea mostrar desde el extremo, es decir, desde la columna criminal, desde el delito, desde la cuestión que aparece como más cruenta, que aparece como la gran violación de los derechos humanos. Sin embargo, hay una zona gris. Hay un libro de Javier Auyero, un sociólogo argentino, que compara las grandes urbes con lo que eran los campos de concentración. Cuando uno tiene que simbolizar qué era un campo de concentración, lo hace desde los extremos; desde la víctima, desde el que murió quemado, el torturado, y desde aquel que torturó, aquel que mató, que fusiló. Sin embargo, en el medio hay cientos, miles de personas que no son parte de ninguno de esos dos extremos. Y que no son visualizadas y no son explicadas sus situaciones de vida, si no entramos minuciosamente a ver cuál era el rol, cómo funcionaban, qué les pasaba. Y es ahí donde tal vez tenemos que bucear para ver qué pasa con el envejecimiento, con la vejez; en esta zona gris. Obviamente que el paradigma de nuestra sociedad es el llamado criterio de juventud. Bioy Casares escribía por allá en los ´60 La guerra del cerdo; donde se sostenía que había que matar al viejo. Quienes excedemos algunos años no somos otra cosa que jóvenes arrepentidos. En mi caso, me hago los claritos en la barba y en el pelo para mimetizarme con un proceso que es inexorable, que es el paso del tiempo. Lo peor que nos puede pasar es que el tiempo no pase, porque ahí aparece el concepto de muerte; la interrupción. Pero como el paradigma es la juventud, si nosotros planteamos toda la vida desde ese paradigma, nos vamos a encontrar sin una lectura secuencial de nuestra vida; vamos a ver una foto, no vamos a ver una película. Nosotros empezamos a envejecer el día que nacemos. Yo por ejemplo soy un caso de envejecimiento precoz porque al año y ocho meses era viejo para usar el chupete. A los 30 años fui viejo para jugar al fútbol, aunque nunca jugué bien. Del sexo no les hablo porque cumplí más de 50. Y esa es otra cosa que les está vedada a los ángeles y a los viejos. La sensualidad, la sexualidad, a los ángeles no les importa pero a los viejos sí. En realidad, ¿qué se está negando? El deseo. Y cuando se niega el deseo lo que aparece es el intento de muerte, de corte, de fractura. Y, obviamente, hay a quienes esto les conviene. Entonces, en cierta forma, la seguridad social va contemplando todas las etapas de la vida, porque es lo único que nos antecede y que nos procede después de la muerte. Es decir, nuestra madre tiene una obra social que la está atendiendo cuando estamos en la panza y también esta presente cuando nos morimos, porque los hombres nos morimos antes que las mujeres -hay nueve años de diferencia en la expectativa de vida, según teorías varias-, la viuda sigue cobrando la pensión, y con ello se sigue extendiendo la protección social. Por eso hoy vamos a referirnos a este tema de preservar los derechos humanos, a ese gran tema de mirar la inseguridad cuando alguno de los tres pilares -la educación, la salud y la previsión-, son afectados y también cuando fracasa su correcta articulación. Ahí es donde tenemos que ver cómo revisamos nuestro esquema social. Adultos mayores como sujetos del mercado Hay gente que dice: “viste qué bien tratan a los viejos en Japón”, o “qué bien tratan a los viejos en España”, “ellos sí que tienen respeto, y nosotros, mirá qué mal que los tratamos”. En realidad, estamos apelando a determinados valores que no son tales. No es que ellos los respeten y nosotros seamos peores personas que los españoles, los japoneses o los tailandeses. En esos análisis se ocultan razones de mercado. En las últimas décadas, en economías desarrolladas, centrales, o como se las quiera llamar, los mercados internos tendieron a expandirse. En una economía, en el marco de una sociedad de consumo, para expandir el mercado interno hay que “introducir” sujetos que consuman. Y cuando tenemos algunos años, somos potenciales sujetos de consumo en un grado supremo, porque tenemos una capacidad fenomenal, que es la disponibilidad de tiempo. Si yo tengo tiempo para consumir, hace falta que me incorporen dos cosas para convertirme en ese fenomenal sujeto de consumo: plata en el bolsillo y salud en el cuerpo. Y esto es lo que vemos en esos países que tienen un supuesto respeto por sus abuelos. El blanqueo de las monedas en Europa para el pago de deuda del 2002, lo hicieron los viejos. Los alemanes, los ingleses que consumieron y compraron tierras y negocios, y desarrollaron zonas como Andalucía, Venecia, el sur de Italia. Se movilizaban, disponían de su tiempo, se les protegía las condiciones de salud, y se iba entrando a un círculo virtuoso. ¿Saben por qué? Porque cuando uno más pasea, más se divierte, menos va al médico. Entonces, en realidad, esa primera inversión que se había hecho en salud tenía una tasa de recupero altísima. Cuando todo esto ocurría, por Latinoamérica las cosas eran diferentes, para que algunos vivieran bien habían otros que debían padecer. La contraparte de muchas miserias fueron aquellos que vivieron bien tras el quinto viaje de Colón. Lo llamo así porque las empresas de allá venían a llevarse ganancias extraordinarias de acá; como en el pasado se habían llevado la plata de Potosí , pasando a llevarse el petróleo, los alimentos, los servicios y demás. Ese mismo viaje de Colón que empezó en el ‘92, tras lo que se llamó el pacto Cartagena de Indias, que fue presentado como un acuerdo de convivencia y cooperación social, pero en realidad era el marketing de las empresas que se venían a llevar las utilidades de acá. Paralelamente a este proceso, nuestros mercados se reprimían, se achicaban; entonces no necesitaban incorporar nuevos consumidores; al contrario, se destruían los consumidores. Y es así que no se reponía ni la salud en el cuerpo ni la plata en el bolsillo. ¿Pero qué pasa? Hay un modelo en el mundo, un sistema, que es el capitalismo, que obtiene renta de todo, obtiene utilidades -los marxistas la llamaban plusvalía-. Y aún en la miseria, obtenían ventajas. Porque esas personas impedidas de consumir, sin integrarlas a la sociedad y sin generar salud, ese viejo, ese sujeto, pasaba a ser un objeto a ser consumido. Por ejemplo, por la industria de los medicamentos. Es decir, menos felicidad, menos diversión, menos distracciones, más medicamentos. Y veíamos así cómo se hacían momentáneos contratos, no para hacer turismo sino para consumir medicamentos. Fíjense, a tal punto esto es así que si yo digo vamos a hablar de adicciones, seguramente muchas personas van a pensar en los adolescentes, en los jóvenes. Sin embargo, los grandes adictos en Argentina son los adultos mayores. Los grandes consumidores de psicofármacos en el país, son los adultos mayores; el 75% de los psicofármacos que se producen en Argentina los consumen los adultos mayores. Sin recetas, con recetas copiadas. Cuando un chico tiene este cuadro, nos asombramos, nos alarmamos. Pero cuando un viejo está tirado en una cama, en la pieza del fondo de la casa, nadie lo ve. Se lo invisibiliza porque la píldora mágica, insisto, es un negocio, implica el manejo del mercado de los medicamentos en general. Tomando como caso testigo en el PAMI, en la época de Víctor Alderete, allá por mediados de los `90, se hizo un contrato con la industria del medicamento. La industria del medicamento está integrada por tres grandes cámaras concesionarias que se peleaban en Argentina desde el ´65, época en la que habían volteado a Arturo Illia. Se enfrentaban por copar el mercado, por vender determinados productos. Cuando vino Alderete se pusieron de acuerdo y se cartelizaron; y refundaron el PAMI, que es un Instituto que el sistema de salud argentino corrompió, por intermedio de sus múltiples actores en el curso de los años: pasando a ser PA` MI... provecho. Y con esto se manejó y se maneja un tercio de las obras sociales, por lo cual quien maneja el 33%, maneja el mercado, maneja los precios y las condiciones del mercado. De ahí el viejo como objeto para a ser consumido. Y no están hablando con un chamán que dice que el medicamento tiene que ser gratis como era hace muchos años, no. Lo que estoy diciendo es que hay que redimensionar los roles sociales, porque en esta disputa del campo simbólico hay quienes se focalizan en los enfermos para hacer un negocio que tiene que ver con otros y no con nosotros. Y a tal punto es esto que las grandes transformaciones dentro del sistema de salud, dentro de la salud pública, no provienen de la farmacología o la farmacopea, ni acá ni en el mundo. Si yo pregunto cuál es el periodo de mayor elongación de vida en América, alguno me puede decir la década del ´50, porque el antibiótico pasó a expandirse como medicina frente a lo que eran los focos infecciosos, la anemia. Sin embargo, el pico de población del ´40 para arriba es muy pequeño. El mayor pico de elongación de la vida es entre el ´20 y el ´29. Cuando ustedes ven un gráfico, ven un pico notorio. ¿Qué descubrimiento médico, farmacológico surgió en esa década? Absolutamente ninguno ¿A qué respondía? A la cuestión previa a la crisis; se comía bien, se bailaba mucho y se tomaba bastante. Pero ¿qué estaba pasando? Cuando se vivía bien, se vivía más y se consumía menos en temas de salud, se asistía a una mejor calidad de vida y la seguridad social desde esta mirada ampliada debe proteger condiciones de vida gozosa, de felicidad, etc. Seguridad Social y Salud A tal punto tiene vigencia lo precedente que allá por los `50, cuando un negro santiagueño Ministro de Salud de la Nación , muerto en el exilio generado por la llamada Revolución Libertadora (en el Estado de Paraná, en Brasil), como un médico anónimo, de nombre Ramón Carrillo, entendió sobre la supremacía de a estas condiciones de vida antes que cualquier pirotecnia tecno - sanitaria. Es decir, encarar los esquemas de la protección de la salud desde la prevención, desde la atención primaria y especialmente desde el mejoramiento de las condiciones sociales. Así pasamos de 3 millones de palúdicos a 300.000 sin ningún esquema medicamentoso especial, sino secando los pantanos de Tucumán. Empezamos a combatir la tuberculosis primariamente con comida, y después con medicamentos. “Frente a las enfermedades que produce la miseria, frente a la tristeza y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causa de enfermedad, son unas pobres causas", dijo Ramón Carrillo. Son otras causas en realidad. El mejoramiento de las condiciones sociales, entonces, es uno de los pilares de la seguridad social. Ahora bien, como esos pilares se desarrollan en común, a la salud del cuerpo había que ayudarla con el sueldo en el bolsillo. Porque la angustia también enferma, genera impotencia y genera condiciones de violencia, en lo grupal y en lo subjetivo. Los hombres de nuestra generación, en general, fuimos criados como proveedores. En un momento dado, cuando el tiempo, ese asesino serial en este esquema que cuento, nos dice ustedes están fuera de la producción, perdemos el rol para el cual se nos formó desde la escuela primaria. Y ahí aparecen una de las causas de las grandes fracturas en la familia, en los grupos sociales y por supuesto aparece la enfermedad.... Estructuración del sistema de seguridad social en Argentina En este marco, las condiciones de trabajo, la discriminación en el trabajo, son elementos fundamentales también en esto de la seguridad. Todavía persisten ideas tan anacrónicas, que se repiten mecánicamente, casi sin análisis alguno. Se habla de previsión refiriendo a la vieja ley Bismark del siglo XIX, que decía que había determinada cantidad de trabajadores activos por cada pasivo, que eso iba a armar el sostén de la estructura de esa ley de hierro. En realidad, esto que se acuñaba allá por el siglo XIX, se fue concediendo por estas latitudes por las luchas de los trabajadores, muchos de ellos venidos de Europa. Nosotros descendemos de esa construcción que comenzó a gestarse en el Hotel de los Inmigrantes. Ahí se fue armando una estructura del argentino tipo que es una real extrañeza. Si uno, por ejemplo, analiza cómo se fueron formando las comidas, empieza a explicarse quién somos cada uno de nosotros. Así, tenemos la milanesa a la napolitana como comida habitual, esto nunca hubiese existido en la península itálica; y los convoco a que encuentren a un milanés y un napolitano juntos en aquel siglo XIX, cuando Garibaldi todavía no había unificado a Italia. Y sin embargo, acá estaban los xeneizes desde 1936 para delante; mi propio origen permite sintetizar en la milanesa a la napolitana lo que estoy diciéndoles, porque mi viejo era de Piamonte, mi abuela de Normandía, y nosotros de Nápoles; es decir, sólo acá se podían encontrar estas uniones, en definitiva soy el resultado de aquella milanesa. Pero también, en esta extraña cuestión de la comida transatlántica, iban apareciendo las condiciones de cada clase social. En esta fusión, en estas luchas, ya por 1930 se iba consolidando la idea de que había que generar condiciones de trabajo, había que generar un esquema de previsión; a tal punto que un tipo que hizo un recorrido por la Argentina y escribió un tratadito, que fue el primero en derechos laborales, sobre la situación de las clases obreras en la República Argentina. Se llamaba Juan Bialet Masse, un catalán con ideas reaccionarias , pero que hizo un buen trabajo descriptivo sobre lo que ocurría en 1904, diciendo : “acá hay gente que labura de muchas cosas distintas y que labura en condiciones distintas en este gran país”. Y ahí se van formando las primeras leyes, la ley 4349, de 1904, para armar la caja de jubilaciones de los empleados públicos En la década del ’50 se estructura como sistema previsional. En realidad, se fue conformando el llamado modelo de posguerra, con vigencia hasta hoy en Argentina y en el mundo. Era un modelo que tomando aquellas viejas condiciones que establecía la ley Bismark, hablaba del trabajo sosteniendo la pensión; cuatro o cinco trabajadores activos por cada pasivo. Este modelo planteaba dos requisitos esenciales: pirámides demográficas jóvenes y pleno empleo. Estas dos cuestiones hoy no existen en el mundo, por eso el estado de deterioro en que estamos; acá, en Europa y en el mundo, porque ya no se provee trabajo, y no hay posibilidades de hacerlo en el esquema del sostenimiento de la previsión. Los recursos para la Seguridad Social Muchos políticos argentinos desconocen la complejidad de la problemática del actual sistema . Al respecto, hoy en Argentina solo el 52% de los recursos del sistema de previsión social es aportado por los trabajadores activos. El 48% restante -la mitad-, proviene de impuestos (IVA, ganancias, patrimonio, cigarrillos, hidrocarburos). Habitamos un mundo con fuertes tendencias a la discriminación. Los recientes episodios de violencia en la toma del Parque Indoamericano, en la CABA, en diciembre de 2010, por las ocupaciones de tierra, muestra prioritariamente gente sojuzgada y discriminada., siendo muchos de ellos hermanos bolivianos, que en su gran mayoría trabaja esclavizada en talleres textiles clandestinos en Buenos Aires, cobrando nada. Y encima son discriminados; con la clara excepción de la paraguaya o la boliviana que trabaja en casa de “familia”, en quienes confiamos el cuidado de nuestros abuelos, de nuestros hijos, pero a todos los demás los pasamos a discriminar. Fíjense qué paradoja: ese hombre, esa mujer esclavizada, que nunca se va a poder jubilar ni acá ni en su país, cada vez que compra un paquete de azúcar, a través del IVA nos está pagando la jubilación a nosotros, a los discriminadores. Es para pensar. Por eso hay que ver de dónde proviene el recurso, porque sino vamos a empezar a inventar historias para justificar lo que no puede ser. Esto nos lleva a que tengamos que pensar la construcción de la previsión desde otras condiciones, que tienen que ver con el rol público, pero no estrictamente con el trabajo, no exclusivamente con el trabajo. Y esto es fundamental porque de lo contrario entramos en discusiones circulares, discusiones que hoy aparecen en el mundo: si suben la edad jubilatoria de los 65 a los 67, a los 70 o los 71. A raíz de esta discusión nos enteramos, entre otras cosas, que en Europa se trabaja menos años que acá, menos tiempo que acá. Los franceses que hacen manifestaciones se jubilan a los 60. Como ejemplo sólo les digo que en Argentina se trabaja 2.100 horas promedio por año, mientras que en España se trabajan 1.000, menos de la mitad. Pero esta discusión es falaz, porque les decía que estamos en un mercado en el que no hay pleno empleo. Entonces, si subo un año la edad para jubilarse, de los 65 a los 66, lo que hago es obstruir el ingreso al mercado laboral de los que tienen 18 o 19 años, porque no se están generando nuevos puestos de empleo. Lo que estoy diciendo es que hay que releer el concepto de envejecimiento relacionado con la productividad, porque en realidad éramos viejos a la edad en que al sistema productivo le convenía, por este concepto que ata la previsión al trabajo. Ahora sabemos que los recursos vienen de lugares distintos, por lo cual tenemos que plantear la discusión en otros términos. Tenemos que ver cómo esa discusión va tocando lo estructural y al mismo tiempo tenemos que ir proveyendo los recursos para que, quienes actualmente cursan por situaciones de vulnerabilidad no se mueran de hambre. Gerontofobia pasiva El criterio de la exclusión, no solo es complicado para el adulto mayor, es complicado para la sociedad entera, porque genera gran parte de la gerontofobia pasiva; el miedo a envejecer. Si voy a estar enfermo y a su vez, voy a ser pobre, el resultado es que decido no envejecer, quiero seguir siendo joven . Es por eso que el 98% de los productos de los laboratorios de cosmética tienen que ver con productos antiage. Es decir, son una mentira, son una burbuja inmobiliaria, exactamente igual. Lo único que no se va a detener es el tiempo, y esto es bueno. Ahora, esto va generando lo que se llama la gerontofobia pasiva: no quiero ser pobre, no quiero ser enfermo, ergo, no voy a envejecer. Y ahí está el retrato de Dorian Gray, vamos a ser siempre iguales, y por ser iguales no vamos ni a envejecer ni a evolucionar. En el campo de lo simbólico esto también tiene su peso para aquél que maneja los medios de producción, porque lleva a que ese joven, a quien se le paga en negro, tenga que aceptar las condiciones de trabajo de hoy, porque no va a tener futuro, no quiere tener que ver con el futuro. Cuando se recuerda el `48, en esa época se solía decir que donde había una necesidad había un derecho; en las últimas décadas parece ser que donde hay una necesidad hay un negocio. Y toda esta cuestión de estas generaciones tiene mucho más que ver con esos negocios que con los derechos. Tenemos que reconvertir esto. Si no se puede mejorar la hipocresía hay que empezar a decir la verdad; tenemos que empezar a decirnos la verdad, por más cruenta que sea. Integración o exclusión Otro pilar de la seguridad social es la educación, y qué pasa con la educación; no vale repetir acríticamente lo viejo, como sucede en previsión social. En educación se sacralizan conceptos, “qué bien antes la maestra con el puntero, mirá cómo aprendíamos, miren lo que aprendimos nosotros, una maravilla, tenemos que volver a…” Y en esto de volver a y de no crear, terminamos haciendo que los pibes salgan corriendo de la escuela lo más rápidamente posible. O que ingresen por obligación y después deserten por condición necesaria. No hay que copiar ni retroceder. Había un peruano, mucho más interesante que este que anda con el premio Nóbel, que se llamaba José Carlos Mariátegui; decía que más que odiar a los británicos había que crear para crecer. Tenemos que crear, que reformular. Cuando hablamos de la deserción, o de la falta de retención tiene que ver con estas circunstancias. Recordando a Vincent Tinto, de la Universidad de Syracuse, refiere que las universidades, en este tipo de situaciones y de las sociedades en general , más que puertas de entrada tienen puertas giratorias. Abrimos una universidad, absorbemos una gran demanda, y se nos va el 90% en el primer año. Por lo cual termina siendo un esquema sólo auto-satisfactorio, para aquellos que trabajamos en lo académico y demás, pero de poco le sirve al chico y a la sociedad. En términos de repensar, tenemos que ver si el esquema social en el que estamos es un sistema que tiende a la integración o sacraliza la exclusión. Ése es el tema, más que el debate por la edad de jubilación o si hay que habilitar una cama más de hospital; ésas son cuestiones domésticas. Y a este esquema no solo hay que definirlo sino hay que ver cuál es la estrategia para lograr el objetivo a cumplir, porque perdimos mucho tiempo y perdimos cuestiones irrecuperables en términos de tiempo. A qué me refiero; tal vez tengamos un ciclo económico bueno, tal vez tengamos la decisión de aplicar lo que genera ese ciclo económico en estos tres pilares, pero esto en sí mismo no nos va a solucionar el problema, si no advertimos que lo medular es el recurso humano, el capital social y una sinergia inteligente.y coordinada en las intenciones y acciones Reformular el Sistema Previsional Decía que tenemos que reconformar un sistema previsional que fue desarticulado, saqueado en la década del ´90, pero que se venía armando durante los 50 años previos. Cada gobierno, cada poder político, lo primero que agarraba eran los fondos de la caja de jubilaciones ¿Por qué? Porque era plata fresca, era como el colectivo, que terminaba el recorrido y entregaba la caja. Decía que había pocos viejos, entonces el hurto se notaba mucho menos. Ahora, como los viejos son como las cucarachas, seguimos permaneciendo a pesar de todo, crecimos más allá de los ministros de economía que dejamos a la deriva, pasamos todos los inviernos habidos y por haber. Seguimos reteniendo la plata de los pobres y, como suele ocurrir, vino la solución final; el hombre de poco pelo y ojos con color del mar liquidó directamente lo que quedaba del sistema, allá por el ´94, ´95. Y para hacerlo tenía un sistema político que lo acompañaba junto a un sistema sindical entrenado en el soborno, dicho hurto de las jubilaciones y pensiones, cuyas siglas fueron AFJP generó vueltos para ambos sistemas. En el 2008 con un fondo de unos 100.000 millones de pesos. dijeron, “bueno, ahora tenemos mucha plata, hay 160.000 millones de pesos”, pero qué hacemos, si tenemos 5 millones de jubilados a quienes lo que reciben no les alcanza para vivir. Y ahí empezaron a inventar, bueno, le damos $50, $500, le damos un algo. Dijimos: “qué bien, les dieron un algo”, porque antes les daban nada. Pero esto es como estar en musculosa en la Antártida; entre 20 grados bajos cero y 25 grados bajo cero, estoy congelado de las dos formas. Lo que tenemos que ver es cómo resolvemos este problema. Y para resolver ese problema no alcanzan los 100.000 millones, no alcanzan los juicios, no alcanza con derogar las leyes que todavía están vigentes. Si hoy nombramos a Domingo Felipe Cavallo, cualquier miembro del sistema político le va a poner adjetivos. Ahora, ninguno de esos que le pone adjetivos se dedicó a derogar las leyes vigentes, la 24.241 y 24.463, que son las que siguen estableciendo las condiciones paupérrimas y de miseria de los jubilados. Hoy alguien estaba con una depresión terrible porque estaba contando los pesos que iba a tener cuando se jubilara, pero después de saber la noticia de que, por ejemplo, no le van a computar todo lo que le pagaron en enero, que después de que se aplicara la ley esta que aprobaron en el Congreso, que se toman los últimos 5, 6 meses, o los últimos 10 años de sueldo activo, que no dice la ley cómo se actualizan esos diez años, que por esta y otras faltas de imprecisiones la Suprema Corte de Justicia emitió varios fallos, el más conocido se pasó a conocer como el Caso Badaro. , razón por la cual en realidad estamos hablando sencillamente de un bolero, es decir, los servicios previsionales hoy tienen “Sabor a nada”. El cálculo al que me estaba refiriendo, esa ley va a hacer que el resultado sea el equivalente, como falló la sala 3º de la Cámara de Seguridad Social, más o menos a un 38, 40% de lo que se ganaba en blanco, con lo cual obviamente no se puede mantener mínimamente lo que se tenía armado como estilo de vida; la casa, el coche, las mascotas. Y es ahí donde aparece la jubilación como amenaza y es lo que tenemos que evitar, por eso hay que reformarla. ¿Por qué no se reforma? Porque no está la plata. Hay 160.000 millones de pesos ¿Y eso es mucho o es poco? Si yo tengo 5 millones de personas que están cobrando mal, si tengo 4 millones que están cobrando 1.000 y necesitan 2.000 para vivir. Entonces, a partir de eso tenemos que ver, y ésta es la discusión de fondo, cómo hacemos para pagar el 100% de la cobertura de las necesidades de cada uno, no la que se nos ocurre, sino la real, y le incorporamos a eso la historia laboral de cada uno. Tendríamos en ese escenario, cobertura pública y equidad desde el aporte laboral. Ésta es la discusión, esto es lo que tenemos que hacer. Y tiene que ver con cambiar el modelo social aquí en discusión, porque toda vez que al jubilado se le pone algo en el bolsillo, se traduce en generación de trabajo inmediatamente, y se convierte en un circuito de recupero por el consumo. El jubilado que recibe más dinero no lo ahorra, primero porque tiene necesidades pendientes y segundo porque quiere vivir lo que está a su alcance. Eso genera en el sistema una tasa de recupero de entre un 25 y un 30%. Por ejemplo, la bonificación de los $500 de diciembre, más allá del límite de los $1500, ésa es otra historia, tiene un costo fiscal de 2.000 millones de pesos. Inmediatamente que se ponen esos 2000 millones de pesos en circulación, cosa que está ocurriendo hoy, el sistema, vía recupero de impuestos, recibe 500 millones de pesos. Vale decir que sólo puso 1.500 millones. Entonces, lo que tenemos que establecer es cómo configurar ese aumento, que no es para un día, para dos días, sino para los próximos quince, veinte años; haciendo, a su vez, que los actuales jubilados tengan otras condiciones. Hay que romper otro criterio de los ’90, que es el darwinismo social, es decir, que haga juicio todo el mundo, que sólo cobren los más aptos de la especie, que son los viejos que quedan vivos; hablo de esto que ustedes escuchan cotidianamente, como el caso Badaro, el caso Sánchez, y demás. El remedio judicial no existe más, ese sistema colapsó, se terminó.. Porque en definitiva, lo que se separó en la época de los ´90, son los derechos de nuestro ejercicio de los mismos. Es decir, conforme a la Constitución ( Art. 14 bis.), todos tenemos derecho a un salario, un haber digno, vivienda digna, salud. Ahora, en definitiva, quien puede ejercer ese derecho es el que tiene la plata en el bolsillo para pagarse una prepaga. . Y al respecto les cuento que Don Adolfo Badaro era un jubilado que luego de 15 años de tramitar su juicio, llegó a una sentencia de Corte en agosto del 2006, y a posteriori en noviembre de 2007. Desde que Don Adolfo comenzó su juicio, y durante el tiempo en que se tramitaba el mismo, se iniciaron 10.000 demandas por año; tardó 15 años. Si hubiera iniciado el juicio el año pasado, en lugar de 15 años hubiera tardado 150 años, en razón del acopio de presentaciones, por lo cual tendría que gozar de muy buena salud para poder cobrarlo. Esto que llegó al punto de que se caigan los techos por el peso, no de la justicia sino de los expedientes, nos tiene que llevar a reflexionar. En realidad, este tipo de justicia es como la Grande de Navidad; servía cuando del millón de tipos que jugaban, uno ganaba, porque todos teníamos la ilusión de ganar el gordo. Ahora, cuando no gana ninguno, se terminó el negocio de la tómbola y así se terminó el negocio de la justicia y de la seguridad social en Argentina. Nosotros habíamos propuesto hace algunos años hacer algo así como una Conadep de la Seguridad Social, tomar a uno por uno, ver lo que le correspondía cobrar, analizar el sistema, ver lo que se le puede pagar, y hacer un blanqueo. Es decir, yo le debo 10, le puedo pagar 3, ¿acepta? Yo le resuelvo hoy su haber pero no le puedo pagar el retroactivo, porque si no acepta, no tiene derecho a nada, es una expectativa que no existe. Es más, desde el sistema, visto desde el otro lado, no sabemos en realidad qué significa la plata que tenemos. El joven funcionario a cargo del ANSES, con criterios extremadamente economicistas para mi gusto, dice: “yo tengo 160.000 millones de pesos”. ¿Eso es mucho o es poco? Hay 400.000 juicios, ¿cuánto valen esos 400.000 juicios? Hay dos millones de personas más que tienen derecho a hacer juicio, por lo cual, ¿es mucho, es poco o es nada? ¿O la decisión es no pagar nunca más?, como se está haciendo; la sentencia no se paga. Nosotros tenemos una vieja presentación ante la CIDH -la Comisión Interamericana de Derechos Humanos- porque no se pagaban las sentencias. Desde hace 10 años, el Estado argentino, todos los años, se compromete a pagar la sentencia definitiva en 120 días. Entonces, en este contexto lo que tenemos que ver es cómo reformulamos el sistema, pagándoles lo posible y necesario a los actuales jubilados, y cómo cambiamos esos proyectos en discusión. Obviamente, no es fácil cambiarle una rueda al colectivo cuando está en marcha, pero está la necesidad de hacerlo y la necesidad de que se debata en sociedades como la nuestra, que todavía no tiene niveles de envejecimiento tan preocupantes como otras. Ustedes, en Neuquén, deben estar en un 7% de adultos mayores. Imagínense, Buenos Aires está en un 22%, Mar del Plata en un 35%, Santiago del Estero en un 30%. Cuando esto ocurra, vamos a tener una cantidad de problemas anexos a los cuales la sociedad no podrá responder, y que ustedes recién ahora están empezando a conocer. El cuidado de los adultos mayores Más allá de estos macrotemas, tenemos que ver qué pasa con la dependencia, qué pasa con la internación geriátrica, qué pasa con otros programas gerontológicos, qué pasa con la formación del recurso humano que a nuestro entender es la piedra angular para todo programa del sector. Si no vamos diseñando esto, vamos a toparnos con algunos problemas muy serios que después no podremos resolver. Éste es un llamado de atención a los amigos de la Patagonia, a los compañeros de Neuquén. Obviamente un mayor envejecimiento se corresponde con mayores niveles de dependencia. Aparece el problema de las pérdidas cognitivas; el problema de la falta de contención familiar; el problema terrible del sojuzgamiento por cuestiones de género, y con ello el supuesto deber de la mujer como cuidadora principal de los mayores dependientes. Todo enfermo terminal, todo adulto mayor postrado, en el 90% de los casos termina siendo cuidado por una mujer, que en muchos casos ni siquiera es un familiar directo, como la nuera, que va dejando su vida en pos de cuidar o de mantener algo que a nadie le importa, que es la vida del otro, y a su vez al final del camino se la criminaliza: “mirá la Panchita, que tenía que cuidar al viejo y el viejo está lleno de escaras, no le cambiaba el pañal a tiempo”. Nadie piensa que esa mujer tuvo que sacrificar su vida, su relación, su trabajo, sus hijos, su sexualidad y su tiempo de esparcimiento. Hay un benedictino, Mamerto Menapace, que refiriéndose a los pacientes terminales, hablaba precisamente de esto; dice que los hombres, en general, hacemos todo mientras haya una expectativa de vida, porque somos seres más racionales. Hay un momento en que la posibilidad de esa esa continuidad, se pierde, cuando alguien es declarado enfermo terminal, queda postrado, queda discapacitado, y es ahí donde el hombre se retira y toma la posta la mujer. Desde su condición más afectiva, sentimental, menos racional se hacer cargo, inclusive, de cuidar aquello que está destinado a terminar y termina descuidando su propia vida, que está destinada a seguir recreando. El drama de los cuidadores informales (no contratados) , conlleva una carga en la condición cultural que trae la mujer a este mundo y genera culpa cuando no se puede cumplir con esta misión. Esta es una de las cuestiones que socialmente tenemos que analizar, para ver cómo abordar estos temas, cómo evitar que esto genere consecuencias para el cuidador informal, y también para el resto. Cuando tenemos cuadros de dependencia severa y acordamos, con todo afecto, con toda dignidad, con todo sacrificio, cuidar a esa persona, si no tenemos el apoyo necesario vamos a estar destruyendo, por ejemplo, el criterio intergeneracional y prospectivo de la vejez Se `puede estar construyendo una idea de un adulto mayor en términos negativos, que después se refleja con las peores formas y con los peores miedos en el desarrollo de la familia. Nosotros nos sacrificamos y cuidamos al abuelo en esas condiciones. El chico es chico, y no entiende. todos estos conflictos lo que puede determinar efectos paradojales muy distantes de nuestras buenas intenciones. Les decía que cuando el proceso de envejecimiento se acelera naturalmente, lo que vemos aparecer son grados de dependencia cada vez más significativos y esto tiene una fuerte incidencia social y un fuerte costo económico, por eso hay que prevenir y hay que trabajar muy seriamente esta probelmática. Cuando tenemos una expectativa de vida que no supera los 80 años, la dependencia, tanto mental como física, está entre el 6 y 8%, cosa que ocurre en muchas de estas ciudades actualmente. Cuando superamos la expectativa de vida de los 80 años, esas dependencias se disparan y llegan a un 20%, imaginemos esta situación dentro de 5 años y qué puede pasar al respecto. Hoy tenemos déficit en términos de atención, para conseguir un auxiliar domiciliario, conseguir una cama en geriatría, es muy difícil. Imaginemos si ese 8% se nos va a 20%. Tenemos que aprovisionarnos hoy de este recurso, de lo contrario encontramos una sociedad mucho más endeble, una sociedad que gasta mal sus recursos, como hoy pasa que el sistema de salud de la Argentina, que gasta el 80% de recursos en los últimos tiempos de vida del paciente. Cuando en general muchas prácticas lo que hacen es reproducir el tratamiento terapéutico. Es decir, no concebimos el criterio del buen morir, ésa es otra discusión que hay que dar. Deberíamos discutir algo que hoy está muy en boga, el testamento vital, que tiene que ver con una duda que todos tenemos: ¿qué quiero que hagan conmigo cuando ya no pueda decidir por mí? Porque que no se discuta, que no se hable, que se tenga miedo, conlleva que surja un gran negocio detrás de esto. INTERVENCIONES DEL PÚBLICO ¿Cómo se puede trabajar el testamento vital? Hoy está en debate en Europa, en España sobre todo, tendría que estar incorporado pero todavía no fue reglamentado, y está dentro de la Ley de la Dependencia que se sancionó en 2009 en España, es un enunciado que tiene una estructura formal. Algunos se confunden y quieren relacionar este tema con la eutanasia, y en realidad no se trata de eso; hay determinadas prácticas que lo que hacen es generar sufrimiento y no condiciones de un buen morir. Obviamente, esta discusión involucra nuestros sentimientos, nuestra historia, nuestras creencias religiosas, y esto genera mucha dificultad para hablar, para poder discutir, mucho más para legislar. Pero es necesario, porque si no se convierte en una de las grandes causas del miedo a nuestro futuro, la pregunta sobre qué va pasar con nosotros. Entre todas las encuestas, yo elegí una de la Red contra el Abuso y el Maltrato de Adultos Mayores, hechas en seis países testigos, aportan que cuando se nos pregunta qué queremos respecto de nuestro futuro, siempre contestamos la auto dependencia. En general el Testamento Vital se relaciona con este deseo de manejar los bienes cuando una persona no este en condiciones para hacerlo, pero de alguna forma trasciende lo económico en términos de seguir ejerciendo el derecho de elección incluso más allá de cuando se carezca de las facultades necesarias para sostenerlo, mediando la asunción de decisiones con antelación a dichas circunstancias . No es un tema menor, lo que se llama la enfermedad del siglo XXI, el Alzheimer, hoy a cualquier tipo de demencia se le dice Alzheimer. Esta enfermedad es un fantasma para quienes están envejeciendo porque hoy no existe la píldora mágica, no existe la cura; el último hallazgo es que el ibuprofeno, tomado durante cinco años evitaría el Alzheimer. Quienes nos dedicamos a la geriatría, a la gerontología, hablamos y pensamos mucho en estos términos, inclusive es una cuestión que hay que verla en el sistema sanitario; nosotros tenemos un sistema sanitario que es médico hegemónico, es decir, todo tiene que ver con lo médico, quedando naturalizado que las decisiones corren con exclusividad por cuenta del profesional, cuando deben ser compartidas por el paciente más por un imperativo ético y humanista que por el temor a los juicios de mala praxis. Los cuidados paliativos y para pacientes crónicos… Yo decía que tenemos un Sistema Médico Hegemónico, que en definitiva convalida un gran negocio para los laboratorios; pero dicho Modelo genera también y paradojalmente menos trabajo de calidad por parte del médico como tal. Este gran gasto del sistema tiene que ver con la copia de recetas y en muchos casos la secretaria del médico ve mucho más al paciente que el propio médico. . Decía que este esquema médico hegemónico no genera la posibilidad interdisciplinar; es decir, nosotros solemos hablar de interdisciplina cuando hablamos de multidisciplina, se juntan a personas con distintas procedencias profesionales y decimos, “acá tenemos un grupo interdisciplinario”, cuando en realidad no hay intervenciones sinérgicas. Esto tiene que ver con que el sistema tiene que permitir la interdisciplinariedad, de lo contrario cada uno se resguarda en el poder que genera su saber. Por eso si no se da una auténtica coordinación integrativa de prácticas y saberes integramos en términos de dispositivos de un sistema de atención nos vamos a encontrar con el sistema vigente, donde dejamos al paciente con el solo cuidado médico, quedando ambos en una trágica situación de “intemperie” En realidad lo que falta, sobre todo con los adultos mayores, es estructurar un sistema de cuidados progresivos, continuos, integrales y personalizados, con apoyo manifiesto para los familiares convivientes de los pacientes crónicos. Y esto tiene que ver con auspiciar un modelo de trabajo (que tenga más de trabajo que de modelo) con la plasticidad suficiente para responder a las circunstancias cambiantes que se generan en estos cuadros sumado a una enorme capacidad de reacción y de aprendizaje continuo, pudiendo resolver distintas problemáticas; desde el cuidado en el hogar, hasta en un escenario de internación institucional El otro fantasma sobre el que hay que poner la debida distancia es el del geriátrico, que se presenta como ese gran cuco, y ese gran castigo: “te portás mal y te mandamos al geriátrico”. En épocas pretéritas a los chicos se los asustaba con que iban al reformatorio, ahora a los mayores con mandarlos al geriátrico. Este miedo tiene que ver con muchos aspectos, uno de ellos es que suele haber malos geriátricos, pero el miedo mayor es que desconocemos todo lo que pasa intramuros. Suponemos, imaginamos, un mundo terrible que está del otro lado del muro y lo que hay que hacer es abrir el muro favoreciendo la mejor calidad de vida en el seno de un contexto de internación, cuando no son viables otras alternativas de intervención. La generación de otras formas de abordaje de las problemáticas gerontológicas La atención y los cuidados deben instalarse dentro de una concepción de proceso, haciendo una lectura secuencial, el equipo interdisciplinario debe ir trabajando el caso con la familia, y a su vez, evaluar si las condiciones de los programas accesibles -hogar de día, hogar de día con guardia nocturna, cuidadores, o internación geriátrica-, son partes complementarias de un sistema. Porque si no, el único recurso que aparece es la internación geriátrica y es el que más ruido nos genera. En términos de las condiciones, ¿qué ha venido pasando con los geriátricos? Lo mismo que pasó con muchas cosas en Argentina, hoy tenemos la misma cantidad de camas que hace 20 años en geriatría, hay entre 45.000 y 50.000. En estos años surgieron demandas referidas al crecimiento de la internación geriátrica, por lo cual, lo que estamos viendo es que como el establecimiento geriátrico es una empresa en sí, siguió el curso de muchas otras empresas. En lugar de desarrollarse como tal, mantuvo una estructura bastante estática y se dedicó a “arreglar” temas menores con los funcionarios de turno del PAMI. No se desarrolló en términos de competitividad empresarial, ni tampoco de formación y actualización de recursos humanos. El geriátrico debe contemplar un recurso humano apto, formado y contenido. Trabajar con el adulto mayor no implica sólo un gran esfuerzo físico, que no se puede resolver desde afuera, en términos de la técnica. Si tenemos que rotar al paciente de costado cada dos horas y lo queremos hacer a fuerza de buena voluntad, vamos a tener problemas de columna a los seis meses, por lo cual necesitamos técnica, conocimiento, pero a su vez necesitamos contención. Cuando hacemos este trabajo dentro de una institución, en las representaciones imaginarias de los actores implicados, formamos parte de una constelación familiar sustitutiva, más allá de todas las barreras, en términos emotivos, sentimentales y demás, se nos mueren muchos tíos, se nos mueren muchas mamás, muchos papás, y esto va generando la secuencia de traumas que a su vez van calando en nuestro interior , lo0 que puede perturbar nuestro desempeño institucional. Esto era un poco la muestra de la visión general sobre la situación en Argentina. Yo decía que hace muchos años dejamos de hablar de vejez como etapa, porque inclusive si ustedes ven los modelos de los ‘90, todos los programas aparecen segmentados, algunos para la mujer, otros para los viejos, otros para los chicos, otros para los adolescentes; llegamos a tener una sociedad “tupacamarizada”; un pedazo para cada lado. Cosa que para los profesionales, en muchos aspectos, no nos viene mal porque mantenemos nuestro poder en términos de conocimiento sectorial, nos permite hacer congresos una vez por año, conocer nuevos lugares, etc. Pero a la sociedad le suele servir demasiado poco, entonces tenemos que rearmar este cuerpo social y salir de esta concepción de centralismo, que en definitiva está dominada por los personeros del mercado. Por eso decía se es viejo a los 60 si a la Ford le conviene, se es viejo a los 65, a los 80, conforme a las necesidades de la producción. Sin embargo, si ustedes ven los recientes hechos de Villa Soldati (los episodios de violencia en la toma de terrenos en la CABA), más de una de las mujeres que van a aparecer ahí, van a tener más hijos que dientes. Muchas de ellas pueden tener la estructura biológica que nosotros le otorgamos a la condición de viejo, aunque tal vez tengan 30, 40 años, la edad de nuestros hijos. Sin embargo, una hermosa conductora de televisión, que aparece hablando las nimiedades habituales de su programa, aparece como etérea, como sin edad. Resultan objetivables las desigualdades sociales existentes ante la enfermedad y también ante la muerte