sábado, 18 de agosto de 2012
ESTADO ACTUAL Y FUTURO DE LA SEGURIDAD SOCIAL
Dr. Eugenio Semino
Defensor de la Tercera Edad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Conferencia ofrecida el 10 de diciembre de 2010 en el Museo Gregorio Álvarez de la ciudad de Neuquén, Patagonia Argentina
Presentación:
Dra. Graciela Bourdieu
Defensora del Pueblo Adjunta de la ciudad de Neuquén y representante del Foro Interinstitucional Permanente en Defensa de los Derechos de los Adultos Mayores.
Dra. Graciela Bourdieu:
Buenas tardes.
Hoy es un día especial, es el Día Internacional de los Derechos Humanos, en Conmemoración de la Declaración Universal, que fue consensuada en el año 1948 por los Estados, después de la II Guerra Mundial.
Y en este marco hemos propiciado la realización de este encuentro con el doctor Eugenio Semino, conocido por nosotros y a través de los canales de televisión, como l Ombudsman de la Tercera Edad de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que viene trabajando desde hace muchos años en defensa de los derechos de nuestros adultos mayores.
Esta convocatoria de la Defensoría del Pueblo se hace conjuntamente con el Foro Interinstitucional Permanente en Defensa de los Derechos de los Adultos Mayores, que está integrado por el PAMI, el ministerio de Desarrollo Social, la Universidad Nacional del Comahue, CALF, la Municipalidad de Neuquén, la Subsecretaría de Salud, el Parlamento de la Tercera Edad y diversos centros de jubilados.
La idea que tenemos es promover y difundir la existencia y la exigibilidad de los Derechos Humanos de las personas adultas mayores. Buscar un mayor peso y eliminar las formas de discriminación. Sabemos que el concepto de los Derechos Humanos es universal e igualitario, pero existen determinados grupos dentro de la sociedad que se encuentran en una situación de vulnerabilidad, exigiendo del Estado un compromiso superior, que redunde en acciones más intensas y efectivas, más comprometidas y más abarcativas.
Desde los inicios de la Defensoría, en el año ‘99, venimos trabajando conjuntamente con los adultos mayores en distintas temáticas. Abarcando la salud, la jubilación y pensiones -recordemos aquel recorte famoso del 13% en septiembre de 2001-, la orientación jurídica, los problemas con los geriátricos, los abusos, los maltratos y la discriminación, entre otros temas.
Pero nada nos ha enriquecido más que el haber encontrado al Foro. Con el Foro fuimos creciendo, fuimos avanzando. Porque allí compartimos experiencias y saberes que hoy están aquí con nosotros.
Antes de ceder la palabra al Dr. Semino, voy a resumir su curriculum, porque de lo contrario tendría que estar toda la tarde:
El Doctor Semino es Defensor de la Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, es Gerontólogo, Doctor en Criminología, abogado egresado de la UBA, escribano egresado de la UBA, Docente en Gerontología del Instituto Nacional de Migraciones y Servicios Sociales de España, Presidente del Comité Científico de la Sociedad Iberoamericana de Gerontología, Presidente del Comité Científico para América del Instituto Fernando Santi de Italia, Consultor Permanente de la Unión Europea para Políticas Sociales del MERCOSUR, Presidente Honorario del Parlamento de la Tercera Edad de la Ciudad e Buenos Aires, ex - Director General de Discapacitados y Tercera Edad de la Ciudad de Buenos Aires, Legislador de la Ciudad de Buenos Aires, Docente de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, Docente de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, Profesor invitado del Master de Gerontología y Discapacidad IMSERSO, Miembro del Comité de Expertos Internacional de la Universidad de Granada, de España y autor de diversas obras de derecho, gerontología e historia.
Eugenio Semino nos va a hablar ahora de “El estado actual y futuro de la seguridad social”.
Dr. Eugenio Semino:
Muy agradecido por la invitación de la Defensoría del Pueblo de Neuquén y el esfuerzo de quien me precedió en el uso la palabra, Graciela Bourdieu, a Diana Kallmann y a todos los amigos y amigas de la Defensoría, gracias a ustedes por la paciencia. Menos mal que Graciela leyó parte del currículum, si leía el prontuario estábamos dos horas y media.
En realidad estaba pensando, respecto del apellido, en el “primo” de Graciela, el Sociólogo Pierre Bourdieu, quien planteó que hoy se da en nuestras sociedades una disputa por el campo de lo simbólico; es decir, una disputa para ver quién maneja los conceptos de la simbología social entre los poderes dominantes.
Y esto tiene mucho que ver con lo que hoy vamos a hablar. Porque en definitiva el tema de la vejez, del envejecimiento, los aspectos referidos a los miedos y la muerte, son grandes desafíos para todas las sociedades a escala mundial, que están en una dinámica de cambio, de construcción permanente, involucrando todo lo que hace a la seguridad social.
Seguridad Social y Derechos Humanos
Cuando nos referimos a derechos humanos, en realidad estamos aludiendo a la seguridad social. A veces hay un reduccionismo y se vincula a la seguridad social con tema de la previsión social, que es uno de los pilares de la seguridad social. Al que hay que agregar educación y salud. Cuando uno ve el desarrollo de estos pilares en la sociedad mundial y en nuestra sociedad, ve cómo crecen en paralelo, cómo se los copta en paralelo y cómo los poderes dominantes, las clases sociales dominantes, se apropian de los conceptos, y emerge un residual de los efectos negativos de la falta de seguridad social, conocido hoy en los medios a través del mote de inseguridad.
Inseguridad que se plantea mostrar desde el extremo, es decir, desde la columna criminal, desde el delito, desde la cuestión que aparece como más cruenta, que aparece como la gran violación de los derechos humanos. Sin embargo, hay una zona gris.
Hay un libro de Javier Auyero, un sociólogo argentino, que compara las grandes urbes con lo que eran los campos de concentración. Cuando uno tiene que simbolizar qué era un campo de concentración, lo hace desde los extremos; desde la víctima, desde el que murió quemado, el torturado, y desde aquel que torturó, aquel que mató, que fusiló. Sin embargo, en el medio hay cientos, miles de personas que no son parte de ninguno de esos dos extremos. Y que no son visualizadas y no son explicadas sus situaciones de vida, si no entramos minuciosamente a ver cuál era el rol, cómo funcionaban, qué les pasaba. Y es ahí donde tal vez tenemos que bucear para ver qué pasa con el envejecimiento, con la vejez; en esta zona gris.
Obviamente que el paradigma de nuestra sociedad es el llamado criterio de juventud. Bioy Casares escribía por allá en los ´60 La guerra del cerdo; donde se sostenía que había que matar al viejo. Quienes excedemos algunos años no somos otra cosa que jóvenes arrepentidos. En mi caso, me hago los claritos en la barba y en el pelo para mimetizarme con un proceso que es inexorable, que es el paso del tiempo. Lo peor que nos puede pasar es que el tiempo no pase, porque ahí aparece el concepto de muerte; la interrupción.
Pero como el paradigma es la juventud, si nosotros planteamos toda la vida desde ese paradigma, nos vamos a encontrar sin una lectura secuencial de nuestra vida; vamos a ver una foto, no vamos a ver una película.
Nosotros empezamos a envejecer el día que nacemos. Yo por ejemplo soy un caso de envejecimiento precoz porque al año y ocho meses era viejo para usar el chupete. A los 30 años fui viejo para jugar al fútbol, aunque nunca jugué bien. Del sexo no les hablo porque cumplí más de 50. Y esa es otra cosa que les está vedada a los ángeles y a los viejos. La sensualidad, la sexualidad, a los ángeles no les importa pero a los viejos sí. En realidad, ¿qué se está negando? El deseo. Y cuando se niega el deseo lo que aparece es el intento de muerte, de corte, de fractura. Y, obviamente, hay a quienes esto les conviene.
Entonces, en cierta forma, la seguridad social va contemplando todas las etapas de la vida, porque es lo único que nos antecede y que nos procede después de la muerte. Es decir, nuestra madre tiene una obra social que la está atendiendo cuando estamos en la panza y también esta presente cuando nos morimos, porque los hombres nos morimos antes que las mujeres -hay nueve años de diferencia en la expectativa de vida, según teorías varias-, la viuda sigue cobrando la pensión, y con ello se sigue extendiendo la protección social.
Por eso hoy vamos a referirnos a este tema de preservar los derechos humanos, a ese gran tema de mirar la inseguridad cuando alguno de los tres pilares -la educación, la salud y la previsión-, son afectados y también cuando fracasa su correcta articulación. Ahí es donde tenemos que ver cómo revisamos nuestro esquema social.
Adultos mayores como sujetos del mercado
Hay gente que dice: “viste qué bien tratan a los viejos en Japón”, o “qué bien tratan a los viejos en España”, “ellos sí que tienen respeto, y nosotros, mirá qué mal que los tratamos”. En realidad, estamos apelando a determinados valores que no son tales. No es que ellos los respeten y nosotros seamos peores personas que los españoles, los japoneses o los tailandeses. En esos análisis se ocultan razones de mercado.
En las últimas décadas, en economías desarrolladas, centrales, o como se las quiera llamar, los mercados internos tendieron a expandirse. En una economía, en el marco de una sociedad de consumo, para expandir el mercado interno hay que “introducir” sujetos que consuman. Y cuando tenemos algunos años, somos potenciales sujetos de consumo en un grado supremo, porque tenemos una capacidad fenomenal, que es la disponibilidad de tiempo. Si yo tengo tiempo para consumir, hace falta que me incorporen dos cosas para convertirme en ese fenomenal sujeto de consumo: plata en el bolsillo y salud en el cuerpo. Y esto es lo que vemos en esos países que tienen un supuesto respeto por sus abuelos.
El blanqueo de las monedas en Europa para el pago de deuda del 2002, lo hicieron los viejos. Los alemanes, los ingleses que consumieron y compraron tierras y negocios, y desarrollaron zonas como Andalucía, Venecia, el sur de Italia. Se movilizaban, disponían de su tiempo, se les protegía las condiciones de salud, y se iba entrando a un círculo virtuoso. ¿Saben por qué? Porque cuando uno más pasea, más se divierte, menos va al médico. Entonces, en realidad, esa primera inversión que se había hecho en salud tenía una tasa de recupero altísima.
Cuando todo esto ocurría, por Latinoamérica las cosas eran diferentes, para que algunos vivieran bien habían otros que debían padecer.
La contraparte de muchas miserias fueron aquellos que vivieron bien tras el quinto viaje de Colón. Lo llamo así porque las empresas de allá venían a llevarse ganancias extraordinarias de acá; como en el pasado se habían llevado la plata de Potosí , pasando a llevarse el petróleo, los alimentos, los servicios y demás. Ese mismo viaje de Colón que empezó en el ‘92, tras lo que se llamó el pacto Cartagena de Indias, que fue presentado como un acuerdo de convivencia y cooperación social, pero en realidad era el marketing de las empresas que se venían a llevar las utilidades de acá.
Paralelamente a este proceso, nuestros mercados se reprimían, se achicaban; entonces no necesitaban incorporar nuevos consumidores; al contrario, se destruían los consumidores. Y es así que no se reponía ni la salud en el cuerpo ni la plata en el bolsillo.
¿Pero qué pasa? Hay un modelo en el mundo, un sistema, que es el capitalismo, que obtiene renta de todo, obtiene utilidades -los marxistas la llamaban plusvalía-. Y aún en la miseria, obtenían ventajas. Porque esas personas impedidas de consumir, sin integrarlas a la sociedad y sin generar salud, ese viejo, ese sujeto, pasaba a ser un objeto a ser consumido. Por ejemplo, por la industria de los medicamentos. Es decir, menos felicidad, menos diversión, menos distracciones, más medicamentos.
Y veíamos así cómo se hacían momentáneos contratos, no para hacer turismo sino para consumir medicamentos. Fíjense, a tal punto esto es así que si yo digo vamos a hablar de adicciones, seguramente muchas personas van a pensar en los adolescentes, en los jóvenes. Sin embargo, los grandes adictos en Argentina son los adultos mayores. Los grandes consumidores de psicofármacos en el país, son los adultos mayores; el 75% de los psicofármacos que se producen en Argentina los consumen los adultos mayores. Sin recetas, con recetas copiadas.
Cuando un chico tiene este cuadro, nos asombramos, nos alarmamos. Pero cuando un viejo está tirado en una cama, en la pieza del fondo de la casa, nadie lo ve. Se lo invisibiliza porque la píldora mágica, insisto, es un negocio, implica el manejo del mercado de los medicamentos en general.
Tomando como caso testigo en el PAMI, en la época de Víctor Alderete, allá por mediados de los `90, se hizo un contrato con la industria del medicamento. La industria del medicamento está integrada por tres grandes cámaras concesionarias que se peleaban en Argentina desde el ´65, época en la que habían volteado a Arturo Illia. Se enfrentaban por copar el mercado, por vender determinados productos. Cuando vino Alderete se pusieron de acuerdo y se cartelizaron; y refundaron el PAMI, que es un Instituto que el sistema de salud argentino corrompió, por intermedio de sus múltiples actores en el curso de los años: pasando a ser PA` MI... provecho. Y con esto se manejó y se maneja un tercio de las obras sociales, por lo cual quien maneja el 33%, maneja el mercado, maneja los precios y las condiciones del mercado. De ahí el viejo como objeto para a ser consumido. Y no están hablando con un chamán que dice que el medicamento tiene que ser gratis como era hace muchos años, no. Lo que estoy diciendo es que hay que redimensionar los roles sociales, porque en esta disputa del campo simbólico hay quienes se focalizan en los enfermos para hacer un negocio que tiene que ver con otros y no con nosotros.
Y a tal punto es esto que las grandes transformaciones dentro del sistema de salud, dentro de la salud pública, no provienen de la farmacología o la farmacopea, ni acá ni en el mundo. Si yo pregunto cuál es el periodo de mayor elongación de vida en América, alguno me puede decir la década del ´50, porque el antibiótico pasó a expandirse como medicina frente a lo que eran los focos infecciosos, la anemia. Sin embargo, el pico de población del ´40 para arriba es muy pequeño. El mayor pico de elongación de la vida es entre el ´20 y el ´29. Cuando ustedes ven un gráfico, ven un pico notorio. ¿Qué descubrimiento médico, farmacológico surgió en esa década? Absolutamente ninguno ¿A qué respondía? A la cuestión previa a la crisis; se comía bien, se bailaba mucho y se tomaba bastante. Pero ¿qué estaba pasando? Cuando se vivía bien, se vivía más y se consumía menos en temas de salud, se asistía a una mejor calidad de vida y la seguridad social desde esta mirada ampliada debe proteger condiciones de vida gozosa, de felicidad, etc.
Seguridad Social y Salud
A tal punto tiene vigencia lo precedente que allá por los `50, cuando un negro santiagueño Ministro de Salud de la Nación , muerto en el exilio generado por la llamada Revolución Libertadora (en el Estado de Paraná, en Brasil), como un médico anónimo, de nombre Ramón Carrillo, entendió sobre la supremacía de a estas condiciones de vida antes que cualquier pirotecnia tecno - sanitaria. Es decir, encarar los esquemas de la protección de la salud desde la prevención, desde la atención primaria y especialmente desde el mejoramiento de las condiciones sociales. Así pasamos de 3 millones de palúdicos a 300.000 sin ningún esquema medicamentoso especial, sino secando los pantanos de Tucumán. Empezamos a combatir la tuberculosis primariamente con comida, y después con medicamentos. “Frente a las enfermedades que produce la miseria, frente a la tristeza y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causa de enfermedad, son unas pobres causas", dijo Ramón Carrillo. Son otras causas en realidad. El mejoramiento de las condiciones sociales, entonces, es uno de los pilares de la seguridad social.
Ahora bien, como esos pilares se desarrollan en común, a la salud del cuerpo había que ayudarla con el sueldo en el bolsillo. Porque la angustia también enferma, genera impotencia y genera condiciones de violencia, en lo grupal y en lo subjetivo.
Los hombres de nuestra generación, en general, fuimos criados como proveedores. En un momento dado, cuando el tiempo, ese asesino serial en este esquema que cuento, nos dice ustedes están fuera de la producción, perdemos el rol para el cual se nos formó desde la escuela primaria. Y ahí aparecen una de las causas de las grandes fracturas en la familia, en los grupos sociales y por supuesto aparece la enfermedad....
Estructuración del sistema de seguridad social en Argentina
En este marco, las condiciones de trabajo, la discriminación en el trabajo, son elementos fundamentales también en esto de la seguridad. Todavía persisten ideas tan anacrónicas, que se repiten mecánicamente, casi sin análisis alguno. Se habla de previsión refiriendo a la vieja ley Bismark del siglo XIX, que decía que había determinada cantidad de trabajadores activos por cada pasivo, que eso iba a armar el sostén de la estructura de esa ley de hierro.
En realidad, esto que se acuñaba allá por el siglo XIX, se fue concediendo por estas latitudes por las luchas de los trabajadores, muchos de ellos venidos de Europa. Nosotros descendemos de esa construcción que comenzó a gestarse en el Hotel de los Inmigrantes. Ahí se fue armando una estructura del argentino tipo que es una real extrañeza. Si uno, por ejemplo, analiza cómo se fueron formando las comidas, empieza a explicarse quién somos cada uno de nosotros. Así, tenemos la milanesa a la napolitana como comida habitual, esto nunca hubiese existido en la península itálica; y los convoco a que encuentren a un milanés y un napolitano juntos en aquel siglo XIX, cuando Garibaldi todavía no había unificado a Italia. Y sin embargo, acá estaban los xeneizes desde 1936 para delante; mi propio origen permite sintetizar en la milanesa a la napolitana lo que estoy diciéndoles, porque mi viejo era de Piamonte, mi abuela de Normandía, y nosotros de Nápoles; es decir, sólo acá se podían encontrar estas uniones, en definitiva soy el resultado de aquella milanesa. Pero también, en esta extraña cuestión de la comida transatlántica, iban apareciendo las condiciones de cada clase social.
En esta fusión, en estas luchas, ya por 1930 se iba consolidando la idea de que había que generar condiciones de trabajo, había que generar un esquema de previsión; a tal punto que un tipo que hizo un recorrido por la Argentina y escribió un tratadito, que fue el primero en derechos laborales, sobre la situación de las clases obreras en la República Argentina. Se llamaba Juan Bialet Masse, un catalán con ideas reaccionarias , pero que hizo un buen trabajo descriptivo sobre lo que ocurría en 1904, diciendo : “acá hay gente que labura de muchas cosas distintas y que labura en condiciones distintas en este gran país”. Y ahí se van formando las primeras leyes, la ley 4349, de 1904, para armar la caja de jubilaciones de los empleados públicos
En la década del ’50 se estructura como sistema previsional. En realidad, se fue conformando el llamado modelo de posguerra, con vigencia hasta hoy en Argentina y en el mundo. Era un modelo que tomando aquellas viejas condiciones que establecía la ley Bismark, hablaba del trabajo sosteniendo la pensión; cuatro o cinco trabajadores activos por cada pasivo. Este modelo planteaba dos requisitos esenciales: pirámides demográficas jóvenes y pleno empleo. Estas dos cuestiones hoy no existen en el mundo, por eso el estado de deterioro en que estamos; acá, en Europa y en el mundo, porque ya no se provee trabajo, y no hay posibilidades de hacerlo en el esquema del sostenimiento de la previsión.
Los recursos para la Seguridad Social
Muchos políticos argentinos desconocen la complejidad de la problemática del actual sistema . Al respecto, hoy en Argentina solo el 52% de los recursos del sistema de previsión social es aportado por los trabajadores activos. El 48% restante -la mitad-, proviene de impuestos (IVA, ganancias, patrimonio, cigarrillos, hidrocarburos).
Habitamos un mundo con fuertes tendencias a la discriminación. Los recientes episodios de violencia en la toma del Parque Indoamericano, en la CABA, en diciembre de 2010, por las ocupaciones de tierra, muestra prioritariamente gente sojuzgada y discriminada., siendo muchos de ellos hermanos bolivianos, que en su gran mayoría trabaja esclavizada en talleres textiles clandestinos en Buenos Aires, cobrando nada. Y encima son discriminados; con la clara excepción de la paraguaya o la boliviana que trabaja en casa de “familia”, en quienes confiamos el cuidado de nuestros abuelos, de nuestros hijos, pero a todos los demás los pasamos a discriminar. Fíjense qué paradoja: ese hombre, esa mujer esclavizada, que nunca se va a poder jubilar ni acá ni en su país, cada vez que compra un paquete de azúcar, a través del IVA nos está pagando la jubilación a nosotros, a los discriminadores. Es para pensar. Por eso hay que ver de dónde proviene el recurso, porque sino vamos a empezar a inventar historias para justificar lo que no puede ser.
Esto nos lleva a que tengamos que pensar la construcción de la previsión desde otras condiciones, que tienen que ver con el rol público, pero no estrictamente con el trabajo, no exclusivamente con el trabajo. Y esto es fundamental porque de lo contrario entramos en discusiones circulares, discusiones que hoy aparecen en el mundo: si suben la edad jubilatoria de los 65 a los 67, a los 70 o los 71. A raíz de esta discusión nos enteramos, entre otras cosas, que en Europa se trabaja menos años que acá, menos tiempo que acá. Los franceses que hacen manifestaciones se jubilan a los 60. Como ejemplo sólo les digo que en Argentina se trabaja 2.100 horas promedio por año, mientras que en España se trabajan 1.000, menos de la mitad.
Pero esta discusión es falaz, porque les decía que estamos en un mercado en el que no hay pleno empleo. Entonces, si subo un año la edad para jubilarse, de los 65 a los 66, lo que hago es obstruir el ingreso al mercado laboral de los que tienen 18 o 19 años, porque no se están generando nuevos puestos de empleo. Lo que estoy diciendo es que hay que releer el concepto de envejecimiento relacionado con la productividad, porque en realidad éramos viejos a la edad en que al sistema productivo le convenía, por este concepto que ata la previsión al trabajo.
Ahora sabemos que los recursos vienen de lugares distintos, por lo cual tenemos que plantear la discusión en otros términos. Tenemos que ver cómo esa discusión va tocando lo estructural y al mismo tiempo tenemos que ir proveyendo los recursos para que, quienes actualmente cursan por situaciones de vulnerabilidad no se mueran de hambre.
Gerontofobia pasiva
El criterio de la exclusión, no solo es complicado para el adulto mayor, es complicado para la sociedad entera, porque genera gran parte de la gerontofobia pasiva; el miedo a envejecer. Si voy a estar enfermo y a su vez, voy a ser pobre, el resultado es que decido no envejecer, quiero seguir siendo joven . Es por eso que el 98% de los productos de los laboratorios de cosmética tienen que ver con productos antiage. Es decir, son una mentira, son una burbuja inmobiliaria, exactamente igual. Lo único que no se va a detener es el tiempo, y esto es bueno. Ahora, esto va generando lo que se llama la gerontofobia pasiva: no quiero ser pobre, no quiero ser enfermo, ergo, no voy a envejecer. Y ahí está el retrato de Dorian Gray, vamos a ser siempre iguales, y por ser iguales no vamos ni a envejecer ni a evolucionar.
En el campo de lo simbólico esto también tiene su peso para aquél que maneja los medios de producción, porque lleva a que ese joven, a quien se le paga en negro, tenga que aceptar las condiciones de trabajo de hoy, porque no va a tener futuro, no quiere tener que ver con el futuro. Cuando se recuerda el `48, en esa época se solía decir que donde había una necesidad había un derecho; en las últimas décadas parece ser que donde hay una necesidad hay un negocio.
Y toda esta cuestión de estas generaciones tiene mucho más que ver con esos negocios que con los derechos. Tenemos que reconvertir esto. Si no se puede mejorar la hipocresía hay que empezar a decir la verdad; tenemos que empezar a decirnos la verdad, por más cruenta que sea.
Integración o exclusión
Otro pilar de la seguridad social es la educación, y qué pasa con la educación; no vale repetir acríticamente lo viejo, como sucede en previsión social. En educación se sacralizan conceptos, “qué bien antes la maestra con el puntero, mirá cómo aprendíamos, miren lo que aprendimos nosotros, una maravilla, tenemos que volver a…” Y en esto de volver a y de no crear, terminamos haciendo que los pibes salgan corriendo de la escuela lo más rápidamente posible. O que ingresen por obligación y después deserten por condición necesaria.
No hay que copiar ni retroceder. Había un peruano, mucho más interesante que este que anda con el premio Nóbel, que se llamaba José Carlos Mariátegui; decía que más que odiar a los británicos había que crear para crecer. Tenemos que crear, que reformular. Cuando hablamos de la deserción, o de la falta de retención tiene que ver con estas circunstancias. Recordando a Vincent Tinto, de la Universidad de Syracuse, refiere que las universidades, en este tipo de situaciones y de las sociedades en general , más que puertas de entrada tienen puertas giratorias. Abrimos una universidad, absorbemos una gran demanda, y se nos va el 90% en el primer año. Por lo cual termina siendo un esquema sólo auto-satisfactorio, para aquellos que trabajamos en lo académico y demás, pero de poco le sirve al chico y a la sociedad.
En términos de repensar, tenemos que ver si el esquema social en el que estamos es un sistema que tiende a la integración o sacraliza la exclusión. Ése es el tema, más que el debate por la edad de jubilación o si hay que habilitar una cama más de hospital; ésas son cuestiones domésticas.
Y a este esquema no solo hay que definirlo sino hay que ver cuál es la estrategia para lograr el objetivo a cumplir, porque perdimos mucho tiempo y perdimos cuestiones irrecuperables en términos de tiempo. A qué me refiero; tal vez tengamos un ciclo económico bueno, tal vez tengamos la decisión de aplicar lo que genera ese ciclo económico en estos tres pilares, pero esto en sí mismo no nos va a solucionar el problema, si no advertimos que lo medular es el recurso humano, el capital social y una sinergia inteligente.y coordinada en las intenciones y acciones
Reformular el Sistema Previsional
Decía que tenemos que reconformar un sistema previsional que fue desarticulado, saqueado en la década del ´90, pero que se venía armando durante los 50 años previos. Cada gobierno, cada poder político, lo primero que agarraba eran los fondos de la caja de jubilaciones ¿Por qué? Porque era plata fresca, era como el colectivo, que terminaba el recorrido y entregaba la caja.
Decía que había pocos viejos, entonces el hurto se notaba mucho menos. Ahora, como los viejos son como las cucarachas, seguimos permaneciendo a pesar de todo, crecimos más allá de los ministros de economía que dejamos a la deriva, pasamos todos los inviernos habidos y por haber. Seguimos reteniendo la plata de los pobres y, como suele ocurrir, vino la solución final; el hombre de poco pelo y ojos con color del mar liquidó directamente lo que quedaba del sistema, allá por el ´94, ´95. Y para hacerlo tenía un sistema político que lo acompañaba junto a un sistema sindical entrenado en el soborno, dicho hurto de las jubilaciones y pensiones, cuyas siglas fueron AFJP generó vueltos para ambos sistemas.
En el 2008 con un fondo de unos 100.000 millones de pesos. dijeron, “bueno, ahora tenemos mucha plata, hay 160.000 millones de pesos”, pero qué hacemos, si tenemos 5 millones de jubilados a quienes lo que reciben no les alcanza para vivir. Y ahí empezaron a inventar, bueno, le damos $50, $500, le damos un algo. Dijimos: “qué bien, les dieron un algo”, porque antes les daban nada. Pero esto es como estar en musculosa en la Antártida; entre 20 grados bajos cero y 25 grados bajo cero, estoy congelado de las dos formas.
Lo que tenemos que ver es cómo resolvemos este problema. Y para resolver ese problema no alcanzan los 100.000 millones, no alcanzan los juicios, no alcanza con derogar las leyes que todavía están vigentes. Si hoy nombramos a Domingo Felipe Cavallo, cualquier miembro del sistema político le va a poner adjetivos. Ahora, ninguno de esos que le pone adjetivos se dedicó a derogar las leyes vigentes, la 24.241 y 24.463, que son las que siguen estableciendo las condiciones paupérrimas y de miseria de los jubilados.
Hoy alguien estaba con una depresión terrible porque estaba contando los pesos que iba a tener cuando se jubilara, pero después de saber la noticia de que, por ejemplo, no le van a computar todo lo que le pagaron en enero, que después de que se aplicara la ley esta que aprobaron en el Congreso, que se toman los últimos 5, 6 meses, o los últimos 10 años de sueldo activo, que no dice la ley cómo se actualizan esos diez años, que por esta y otras faltas de imprecisiones la Suprema Corte de Justicia emitió varios fallos, el más conocido se pasó a conocer como el Caso Badaro. , razón por la cual en realidad estamos hablando sencillamente de un bolero, es decir, los servicios previsionales hoy tienen “Sabor a nada”.
El cálculo al que me estaba refiriendo, esa ley va a hacer que el resultado sea el equivalente, como falló la sala 3º de la Cámara de Seguridad Social, más o menos a un 38, 40% de lo que se ganaba en blanco, con lo cual obviamente no se puede mantener mínimamente lo que se tenía armado como estilo de vida; la casa, el coche, las mascotas. Y es ahí donde aparece la jubilación como amenaza y es lo que tenemos que evitar, por eso hay que reformarla.
¿Por qué no se reforma? Porque no está la plata. Hay 160.000 millones de pesos ¿Y eso es mucho o es poco? Si yo tengo 5 millones de personas que están cobrando mal, si tengo 4 millones que están cobrando 1.000 y necesitan 2.000 para vivir. Entonces, a partir de eso tenemos que ver, y ésta es la discusión de fondo, cómo hacemos para pagar el 100% de la cobertura de las necesidades de cada uno, no la que se nos ocurre, sino la real, y le incorporamos a eso la historia laboral de cada uno. Tendríamos en ese escenario, cobertura pública y equidad desde el aporte laboral.
Ésta es la discusión, esto es lo que tenemos que hacer. Y tiene que ver con cambiar el modelo social aquí en discusión, porque toda vez que al jubilado se le pone algo en el bolsillo, se traduce en generación de trabajo inmediatamente, y se convierte en un circuito de recupero por el consumo.
El jubilado que recibe más dinero no lo ahorra, primero porque tiene necesidades pendientes y segundo porque quiere vivir lo que está a su alcance. Eso genera en el sistema una tasa de recupero de entre un 25 y un 30%. Por ejemplo, la bonificación de los $500 de diciembre, más allá del límite de los $1500, ésa es otra historia, tiene un costo fiscal de 2.000 millones de pesos. Inmediatamente que se ponen esos 2000 millones de pesos en circulación, cosa que está ocurriendo hoy, el sistema, vía recupero de impuestos, recibe 500 millones de pesos. Vale decir que sólo puso 1.500 millones.
Entonces, lo que tenemos que establecer es cómo configurar ese aumento, que no es para un día, para dos días, sino para los próximos quince, veinte años; haciendo, a su vez, que los actuales jubilados tengan otras condiciones.
Hay que romper otro criterio de los ’90, que es el darwinismo social, es decir, que haga juicio todo el mundo, que sólo cobren los más aptos de la especie, que son los viejos que quedan vivos; hablo de esto que ustedes escuchan cotidianamente, como el caso Badaro, el caso Sánchez, y demás. El remedio judicial no existe más, ese sistema colapsó, se terminó..
Porque en definitiva, lo que se separó en la época de los ´90, son los derechos de nuestro ejercicio de los mismos. Es decir, conforme a la Constitución ( Art. 14 bis.), todos tenemos derecho a un salario, un haber digno, vivienda digna, salud. Ahora, en definitiva, quien puede ejercer ese derecho es el que tiene la plata en el bolsillo para pagarse una prepaga.
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Y al respecto les cuento que Don Adolfo Badaro era un jubilado que luego de 15 años de tramitar su juicio, llegó a una sentencia de Corte en agosto del 2006, y a posteriori en noviembre de 2007. Desde que Don Adolfo comenzó su juicio, y durante el tiempo en que se tramitaba el mismo, se iniciaron 10.000 demandas por año; tardó 15 años. Si hubiera iniciado el juicio el año pasado, en lugar de 15 años hubiera tardado 150 años, en razón del acopio de presentaciones, por lo cual tendría que gozar de muy buena salud para poder cobrarlo. Esto que llegó al punto de que se caigan los techos por el peso, no de la justicia sino de los expedientes, nos tiene que llevar a reflexionar. En realidad, este tipo de justicia es como la Grande de Navidad; servía cuando del millón de tipos que jugaban, uno ganaba, porque todos teníamos la ilusión de ganar el gordo. Ahora, cuando no gana ninguno, se terminó el negocio de la tómbola y así se terminó el negocio de la justicia y de la seguridad social en Argentina.
Nosotros habíamos propuesto hace algunos años hacer algo así como una Conadep de la Seguridad Social, tomar a uno por uno, ver lo que le correspondía cobrar, analizar el sistema, ver lo que se le puede pagar, y hacer un blanqueo. Es decir, yo le debo 10, le puedo pagar 3, ¿acepta? Yo le resuelvo hoy su haber pero no le puedo pagar el retroactivo, porque si no acepta, no tiene derecho a nada, es una expectativa que no existe.
Es más, desde el sistema, visto desde el otro lado, no sabemos en realidad qué significa la plata que tenemos. El joven funcionario a cargo del ANSES, con criterios extremadamente economicistas para mi gusto, dice: “yo tengo 160.000 millones de pesos”. ¿Eso es mucho o es poco? Hay 400.000 juicios, ¿cuánto valen esos 400.000 juicios? Hay dos millones de personas más que tienen derecho a hacer juicio, por lo cual, ¿es mucho, es poco o es nada?
¿O la decisión es no pagar nunca más?, como se está haciendo; la sentencia no se paga. Nosotros tenemos una vieja presentación ante la CIDH -la Comisión Interamericana de Derechos Humanos- porque no se pagaban las sentencias. Desde hace 10 años, el Estado argentino, todos los años, se compromete a pagar la sentencia definitiva en 120 días. Entonces, en este contexto lo que tenemos que ver es cómo reformulamos el sistema, pagándoles lo posible y necesario a los actuales jubilados, y cómo cambiamos esos proyectos en discusión.
Obviamente, no es fácil cambiarle una rueda al colectivo cuando está en marcha, pero está la necesidad de hacerlo y la necesidad de que se debata en sociedades como la nuestra, que todavía no tiene niveles de envejecimiento tan preocupantes como otras. Ustedes, en Neuquén, deben estar en un 7% de adultos mayores. Imagínense, Buenos Aires está en un 22%, Mar del Plata en un 35%, Santiago del Estero en un 30%. Cuando esto ocurra, vamos a tener una cantidad de problemas anexos a los cuales la sociedad no podrá responder, y que ustedes recién ahora están empezando a conocer.
El cuidado de los adultos mayores
Más allá de estos macrotemas, tenemos que ver qué pasa con la dependencia, qué pasa con la internación geriátrica, qué pasa con otros programas gerontológicos, qué pasa con la formación del recurso humano que a nuestro entender es la piedra angular para todo programa del sector.
Si no vamos diseñando esto, vamos a toparnos con algunos problemas muy serios que después no podremos resolver. Éste es un llamado de atención a los amigos de la Patagonia, a los compañeros de Neuquén.
Obviamente un mayor envejecimiento se corresponde con mayores niveles de dependencia. Aparece el problema de las pérdidas cognitivas; el problema de la falta de contención familiar; el problema terrible del sojuzgamiento por cuestiones de género, y con ello el supuesto deber de la mujer como cuidadora principal de los mayores dependientes. Todo enfermo terminal, todo adulto mayor postrado, en el 90% de los casos termina siendo cuidado por una mujer, que en muchos casos ni siquiera es un familiar directo, como la nuera, que va dejando su vida en pos de cuidar o de mantener algo que a nadie le importa, que es la vida del otro, y a su vez al final del camino se la criminaliza: “mirá la Panchita, que tenía que cuidar al viejo y el viejo está lleno de escaras, no le cambiaba el pañal a tiempo”.
Nadie piensa que esa mujer tuvo que sacrificar su vida, su relación, su trabajo, sus hijos, su sexualidad y su tiempo de esparcimiento. Hay un benedictino, Mamerto Menapace, que refiriéndose a los pacientes terminales, hablaba precisamente de esto; dice que los hombres, en general, hacemos todo mientras haya una expectativa de vida, porque somos seres más racionales. Hay un momento en que la posibilidad de esa esa continuidad, se pierde, cuando alguien es declarado enfermo terminal, queda postrado, queda discapacitado, y es ahí donde el hombre se retira y toma la posta la mujer. Desde su condición más afectiva, sentimental, menos racional se hacer cargo, inclusive, de cuidar aquello que está destinado a terminar y termina descuidando su propia vida, que está destinada a seguir recreando.
El drama de los cuidadores informales (no contratados) , conlleva una carga en la condición cultural que trae la mujer a este mundo y genera culpa cuando no se puede cumplir con esta misión. Esta es una de las cuestiones que socialmente tenemos que analizar, para ver cómo abordar estos temas, cómo evitar que esto genere consecuencias para el cuidador informal, y también para el resto.
Cuando tenemos cuadros de dependencia severa y acordamos, con todo afecto, con toda dignidad, con todo sacrificio, cuidar a esa persona, si no tenemos el apoyo necesario vamos a estar destruyendo, por ejemplo, el criterio intergeneracional y prospectivo de la vejez Se `puede estar construyendo una idea de un adulto mayor en términos negativos, que después se refleja con las peores formas y con los peores miedos en el desarrollo de la familia. Nosotros nos sacrificamos y cuidamos al abuelo en esas condiciones. El chico es chico, y no entiende. todos estos conflictos lo que puede determinar efectos paradojales muy distantes de nuestras buenas intenciones.
Les decía que cuando el proceso de envejecimiento se acelera naturalmente, lo que vemos aparecer son grados de dependencia cada vez más significativos y esto tiene una fuerte incidencia social y un fuerte costo económico, por eso hay que prevenir y hay que trabajar muy seriamente esta probelmática. Cuando tenemos una expectativa de vida que no supera los 80 años, la dependencia, tanto mental como física, está entre el 6 y 8%, cosa que ocurre en muchas de estas ciudades actualmente. Cuando superamos la expectativa de vida de los 80 años, esas dependencias se disparan y llegan a un 20%, imaginemos esta situación dentro de 5 años y qué puede pasar al respecto.
Hoy tenemos déficit en términos de atención, para conseguir un auxiliar domiciliario, conseguir una cama en geriatría, es muy difícil. Imaginemos si ese 8% se nos va a 20%. Tenemos que aprovisionarnos hoy de este recurso, de lo contrario encontramos una sociedad mucho más endeble, una sociedad que gasta mal sus recursos, como hoy pasa que el sistema de salud de la Argentina, que gasta el 80% de recursos en los últimos tiempos de vida del paciente. Cuando en general muchas prácticas lo que hacen es reproducir el tratamiento terapéutico. Es decir, no concebimos el criterio del buen morir, ésa es otra discusión que hay que dar. Deberíamos discutir algo que hoy está muy en boga, el testamento vital, que tiene que ver con una duda que todos tenemos: ¿qué quiero que hagan conmigo cuando ya no pueda decidir por mí? Porque que no se discuta, que no se hable, que se tenga miedo, conlleva que surja un gran negocio detrás de esto.
INTERVENCIONES DEL PÚBLICO
¿Cómo se puede trabajar el testamento vital?
Hoy está en debate en Europa, en España sobre todo, tendría que estar incorporado pero todavía no fue reglamentado, y está dentro de la Ley de la Dependencia que se sancionó en 2009 en España, es un enunciado que tiene una estructura formal. Algunos se confunden y quieren relacionar este tema con la eutanasia, y en realidad no se trata de eso; hay determinadas prácticas que lo que hacen es generar sufrimiento y no condiciones de un buen morir. Obviamente, esta discusión involucra nuestros sentimientos, nuestra historia, nuestras creencias religiosas, y esto genera mucha dificultad para hablar, para poder discutir, mucho más para legislar. Pero es necesario, porque si no se convierte en una de las grandes causas del miedo a nuestro futuro, la pregunta sobre qué va pasar con nosotros.
Entre todas las encuestas, yo elegí una de la Red contra el Abuso y el Maltrato de Adultos Mayores, hechas en seis países testigos, aportan que cuando se nos pregunta qué queremos respecto de nuestro futuro, siempre contestamos la auto dependencia.
En general el Testamento Vital se relaciona con este deseo de manejar los bienes cuando una persona no este en condiciones para hacerlo, pero de alguna forma trasciende lo económico en términos de seguir ejerciendo el derecho de elección incluso más allá de cuando se carezca de las facultades necesarias para sostenerlo, mediando la asunción de decisiones con antelación a dichas circunstancias .
No es un tema menor, lo que se llama la enfermedad del siglo XXI, el Alzheimer, hoy a cualquier tipo de demencia se le dice Alzheimer. Esta enfermedad es un fantasma para quienes están envejeciendo porque hoy no existe la píldora mágica, no existe la cura; el último hallazgo es que el ibuprofeno, tomado durante cinco años evitaría el Alzheimer.
Quienes nos dedicamos a la geriatría, a la gerontología, hablamos y pensamos mucho en estos términos, inclusive es una cuestión que hay que verla en el sistema sanitario; nosotros tenemos un sistema sanitario que es médico hegemónico, es decir, todo tiene que ver con lo médico, quedando naturalizado que las decisiones corren con exclusividad por cuenta del profesional, cuando deben ser compartidas por el paciente más por un imperativo ético y humanista que por el temor a los juicios de mala praxis.
Los cuidados paliativos y para pacientes crónicos…
Yo decía que tenemos un Sistema Médico Hegemónico, que en definitiva convalida un gran negocio para los laboratorios; pero dicho Modelo genera también y paradojalmente menos trabajo de calidad por parte del médico como tal. Este gran gasto del sistema tiene que ver con la copia de recetas y en muchos casos la secretaria del médico ve mucho más al paciente que el propio médico.
. Decía que este esquema médico hegemónico no genera la posibilidad interdisciplinar; es decir, nosotros solemos hablar de interdisciplina cuando hablamos de multidisciplina, se juntan a personas con distintas procedencias profesionales y decimos, “acá tenemos un grupo interdisciplinario”, cuando en realidad no hay intervenciones sinérgicas. Esto tiene que ver con que el sistema tiene que permitir la interdisciplinariedad, de lo contrario cada uno se resguarda en el poder que genera su saber. Por eso si no se da una auténtica coordinación integrativa de prácticas y saberes integramos en términos de dispositivos de un sistema de atención nos vamos a encontrar con el sistema vigente, donde dejamos al paciente con el solo cuidado médico, quedando ambos en una trágica situación de “intemperie”
En realidad lo que falta, sobre todo con los adultos mayores, es estructurar un sistema de cuidados progresivos, continuos, integrales y personalizados, con apoyo manifiesto para los familiares convivientes de los pacientes crónicos. Y esto tiene que ver con auspiciar un modelo de trabajo (que tenga más de trabajo que de modelo) con la plasticidad suficiente para responder a las circunstancias cambiantes que se generan en estos cuadros sumado a una enorme capacidad de reacción y de aprendizaje continuo, pudiendo resolver distintas problemáticas; desde el cuidado en el hogar, hasta en un escenario de internación institucional
El otro fantasma sobre el que hay que poner la debida distancia es el del geriátrico, que se presenta como ese gran cuco, y ese gran castigo: “te portás mal y te mandamos al geriátrico”. En épocas pretéritas a los chicos se los asustaba con que iban al reformatorio, ahora a los mayores con mandarlos al geriátrico. Este miedo tiene que ver con muchos aspectos, uno de ellos es que suele haber malos geriátricos, pero el miedo mayor es que desconocemos todo lo que pasa intramuros. Suponemos, imaginamos, un mundo terrible que está del otro lado del muro y lo que hay que hacer es abrir el muro favoreciendo la mejor calidad de vida en el seno de un contexto de internación, cuando no son viables otras alternativas de intervención.
La generación de otras formas de abordaje de las problemáticas gerontológicas
La atención y los cuidados deben instalarse dentro de una concepción de proceso, haciendo una lectura secuencial, el equipo interdisciplinario debe ir trabajando el caso con la familia, y a su vez, evaluar si las condiciones de los programas accesibles -hogar de día, hogar de día con guardia nocturna, cuidadores, o internación geriátrica-, son partes complementarias de un sistema. Porque si no, el único recurso que aparece es la internación geriátrica y es el que más ruido nos genera.
En términos de las condiciones, ¿qué ha venido pasando con los geriátricos? Lo mismo que pasó con muchas cosas en Argentina, hoy tenemos la misma cantidad de camas que hace 20 años en geriatría, hay entre 45.000 y 50.000. En estos años surgieron demandas referidas al crecimiento de la internación geriátrica, por lo cual, lo que estamos viendo es que como el establecimiento geriátrico es una empresa en sí, siguió el curso de muchas otras empresas. En lugar de desarrollarse como tal, mantuvo una estructura bastante estática y se dedicó a “arreglar” temas menores con los funcionarios de turno del PAMI. No se desarrolló en términos de competitividad empresarial, ni tampoco de formación y actualización de recursos humanos.
El geriátrico debe contemplar un recurso humano apto, formado y contenido. Trabajar con el adulto mayor no implica sólo un gran esfuerzo físico, que no se puede resolver desde afuera, en términos de la técnica. Si tenemos que rotar al paciente de costado cada dos horas y lo queremos hacer a fuerza de buena voluntad, vamos a tener problemas de columna a los seis meses, por lo cual necesitamos técnica, conocimiento, pero a su vez necesitamos contención.
Cuando hacemos este trabajo dentro de una institución, en las representaciones imaginarias de los actores implicados, formamos parte de una constelación familiar sustitutiva, más allá de todas las barreras, en términos emotivos, sentimentales y demás, se nos mueren muchos tíos, se nos mueren muchas mamás, muchos papás, y esto va generando la secuencia de traumas que a su vez van calando en nuestro interior , lo0 que puede perturbar nuestro desempeño institucional.
Esto era un poco la muestra de la visión general sobre la situación en Argentina. Yo decía que hace muchos años dejamos de hablar de vejez como etapa, porque inclusive si ustedes ven los modelos de los ‘90, todos los programas aparecen segmentados, algunos para la mujer, otros para los viejos, otros para los chicos, otros para los adolescentes; llegamos a tener una sociedad “tupacamarizada”; un pedazo para cada lado. Cosa que para los profesionales, en muchos aspectos, no nos viene mal porque mantenemos nuestro poder en términos de conocimiento sectorial, nos permite hacer congresos una vez por año, conocer nuevos lugares, etc.
Pero a la sociedad le suele servir demasiado poco, entonces tenemos que rearmar este cuerpo social y salir de esta concepción de centralismo, que en definitiva está dominada por los personeros del mercado. Por eso decía se es viejo a los 60 si a la Ford le conviene, se es viejo a los 65, a los 80, conforme a las necesidades de la producción.
Sin embargo, si ustedes ven los recientes hechos de Villa Soldati (los episodios de violencia en la toma de terrenos en la CABA), más de una de las mujeres que van a aparecer ahí, van a tener más hijos que dientes. Muchas de ellas pueden tener la estructura biológica que nosotros le otorgamos a la condición de viejo, aunque tal vez tengan 30, 40 años, la edad de nuestros hijos. Sin embargo, una hermosa conductora de televisión, que aparece hablando las nimiedades habituales de su programa, aparece como etérea, como sin edad. Resultan objetivables las desigualdades sociales existentes ante la enfermedad y también ante la muerte
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domingo, 29 de julio de 2012
“ LA SEGURIDAD SOCIAL NO ES SEGURA NI ES SOCIAL”
Aportes sobre el Maltrato Institucional- estructural (MI.E)
Nada esta perdido si tenemos la voluntad de reconocer
que todo esta perdido y que hay que empezar de nuevo
Julio Cortazar
Resumen
Los trabajos clásicos sobre maltrato con adultos mayores suelen describir que su prevalencia no supera entre el 8 y el 10 % de los mayores de 60 años y en general aluden a problemáticas ligadas con la atención de personas dependientes.
Dichos estudios hablan también de un modo genérico del maltrato cultural y estructural orientado a este grupo poblacional pero muy poco informan sobre su extensión y alcance.
El presente trabajo (de seguimiento de presentaciones efectuadas por vecinos ante el Área de Tercera Edad del Organismo de Garantías de la Ciudad de Buenos Aires) intenta llamar la atención sobre la gravedad, magnitud y relevancia de este fenómeno, esbozando algunas ideas sobre sus manifestaciones prototípicas y sobre la discusión referida a la instrumentación de metodologías no tradicionales de intervención en la materia
INTRODUCCIÓN
Existe un hilo conductor entre las distintas situaciones de violencia que “castigan” a nuestra sociedad.
En la crónica periodística reciente existe un común denominador entre la amante muerta por estrangulamiento en un barrio privado momentos antes del orgasmo (cuando la intimidad troca en intimidación), el adolescente muerto por un guardia de seguridad en una “disco” de conurbano, las guerras “ètnicas” protagonizadas por distintas parcialidades de clubes de fútbol casi todos los domingos .y las noticias del Diario Clarín que informan que por imperio de los superpoderes ministeriales, la ANSES (Administración Nacional de Seguridad Social) prestó fondos a una tasa inferior de la del mercado para el pago de los servicios de la deuda externa y transfirió fondos “ociosos” para afrontar deudas de la Central Hidroeléctrica de Yaciretá (monumento a la corrupción en escala latinoamericana).
Se puede afirmar que SIN “SEGURIDAD SOCIAL NO HAY SEGURIDAD INDIVIDUAL POSIBLE...”
La Seguridad Social es un instrumento esencial en el mundo contemporáneo para prever la pobreza y la exclusión, asegurar un nivel de vida digno a las personas ante situaciones de necesidad y promover la cohesión social...
En los países del Norte es una parte muy importante del Estado de Bienestar, no solo por la amplitud de su acción protectora que comprende la mayoría de las contingencias sociales que pueden afectar alas personas (enfermedad, incapacidad, vejez, muerte y supervivencia), desempleo, maternidad y riesgo durante el embarazo, también por la extensión de su campo de aplicación, puesto que debe cubrir al conjunto de los ciudadanos
Para los países pobres y con abultadas deudas externas, los Organismos Crediticios variaron su discurso a partir de la constatación de que la desigualdad condicionaba el crecimiento, el obstáculo no fue entonces la falta de crecimiento como decían antes sino la DESIGUALDAD .
Se pasó a defender, entonces, una mayor intervención pública con fines distributivos, “amistosa con los mercados” y de base mercantilizada, como dice Ana María Ezcurra. La llamada estrategia de dos vías expresó por un lado la necesidad del crecimiento económico y una matriz laboral de base amplia e intensiva de trabajo, pero el dispositivo fracasó.
Pero el modelo neoliberal de políticas sociales fue atravesado por un patrón distributivo restringido de FOCALIZACIÓN, consistente en la reducción y selección de los destinatarios, para acotar el gasto social. El gasto publico recuperó un canal dsitributivo pero colocó un fuerte énfasis en los pobres y sobre todo en la franja de la pobreza extrema.
Se puso el acento en las mediciones de pobreza que suelen implicar subestimaciones de la magnitud del fenómeno, con mediciones cómplices. De esta forma
las reformas sectoriales constituyeron la segunda via real , con la reestructuración del gasto social y la ampliación de fondos orientados a servicios más BASICOS, que por un lado favorecieron a los pobres y que por otro FUERON INSUFICIENTES , como en los grandes casos testigo de la educación básica, atención primaria de la salud y reforma de la previsión social.
Pero ¿cómo se financiaron esos renglones? Sobre todo con una reubicación de los fondos, desde los niveles superiores a los inferiores, es decir que la suba de los tramos básicos exigió un declive de los más avanzados en los que se alentaron los mecanismos de mercado (universidades privadas, pre-pagos en salud y AFJP en previsión social).
En síntesis un desplazamiento de recursos desde los sectores medios hacia los más pobres, con una reubicación intrasectorial de fondos, justificada con argumentos de equidad, que generó la REPRODUCCIÓN AMPLIADA DE LA DESIGUALDAD, con efectos regresivos sobre los más pobres, todo ello muy distante de una INTERVENCIÓN ESTATAL CON FINES REDISTRIBUTIVOS
Resulta de importancia reflexionar sobre :
✔ ¿Quién determinó la agenda social?
✔ ¿Quienes son los sujetos o actores?
✔ ¿Qué acuerdos éticos y técnicos se plantearon?
✔ ¿Quienes determinaron los problemas y dentro de ellos las PRIORIDADES?
En la mayoría de las investigaciones tradicionales, queda oculta esta macrodeterminación de los fenómenos observados y las ponderaciones sobre el fenómeno del maltrato se hayan acotadas a sus expresiones ligadas con aspectos cotidianos familiares, las crónicas policiales y los desvíos compulsados en la atención dispensada en contextos institucionales, en particular los que conllevan internaciones prolongadas.
Los estudios clásicos llevados a cabo en entornos desarrollados han concluido que la proporción de personas de edad que sufre malos tratos o abandono oscila entre el 3% y el 10%, situando las cifras otras investigaciones entre el 5% y el 8%.
Por otra parte la difusión sobre esta forma de violencia en su encarnadura predominantemente física y material, circunscripta a motivaciones de robo, INVISIBILIZA las otras formas de maltrato (estructural) de que son objeto los mayores con una prevalencia superior a la que se suele denunciar.
En una sociedad en la que la discriminación de las personas mayores es una realidad, no resultan esperables escenarios en los que el riesgo de aparición del MALTRATO A LA PERSONA MAYOR (MTPM) sea nulo o tienda a cero...
La noticias periodísticas detallando el incremento de los casos de violencia (en particular con intenciones de robo) para con adultos mayores INFORMAN de una preocupación, más ligada con la brutalidad de los hechos y con el consiguiente arrastre de atención que ello acarrea, que con una intención profunda de cambiar la situación, en beneficio de los mayores.
La misma sociedad que decretó el exilio de sus mayores A TRAVÉS DE SU MUERTE EN VIDA se escandaliza hipócritamente ante un televisivo y mediático “RETORNO DE LO QUE ELLA MISMA REPRIMIÓ...”, al contemplar los casos de violencia contra adultos mayores expuestos ante las cámaras o por los medios gráficos.
El maltrato institucional-estructural (MI-E) es un constructo teórico que denuncia hechos heterogéneos que no surgen como disfuncionalidades o problemas aislados, por el contrario el caudal y la textura de las denuncias y presentaciones realizadas ante el Área de Tercera Edad del Organismo de Garantías (Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires) pone en evidencia los “abismos” que se abren entre el texto de las declaraciones de misiones y funciones de las distintas instituciones dependientes del Estado y abocadas a la atención previsional y sociosanitaria de los adultos mayores (INSSJP, ANSES, CNPA, PROFE y Dirección de Tercera Edad de CABA ( y las acciones efectivas desempeñadas por dichas Dependencias
En lo que respecta a las manifestaciones del MALTRATO INSTITUCIONAL-ES
La EXISTENCIA SISTEMÁTICA de demandas específicas ante cada una de las instituciones denunciadas pone de manifiesto la falta de flexibilidad de las ofertas prestacionales y de última la no correspondencia entre los servicios ofrecidos y las necesidades de los requirentes.
Se suscitan situaciones por las cuales se intenta ubicar (“forzando”) cada necesidad personal en alguno de los casilleros correspondientes a las escasas prestaciones existentes, sin ninguna perspectiva de integración ni de gestión personalizada de los casos
NUEVAS FORMAS DE INTERVENCIÓN EN LA TEMÁTICA
La diversidad y complejidad de las problemáticas analizadas dan cuenta de las distintas expresiones y efectos del MALTRATO INSTITUCIONAL-ESTRUCTURAL devenido de los incumplimientos del Estado y de sus organismos dependientes.
Esta forma de maltrato es sistemática y por ello no puede ser abordada con acciones y categorías discretas como las utilizadas en los extendidos ALGORITMOS diseñados para aplicar en situaciones de maltrato con adultos mayores, como conjuntos de pasos predefinidos para ejecutar acciones destinadas a resolver esta problemática.
Al respecto empleados precitados del Área de Tercera Edad de la Defensoría que fueron entrevistados, señalaron dos modos prioritarios de intervención por parte del Organismo de Garantías .
Intervenciones Tradicionales consistentes en la emisión de cédulas, oficios, tramitaciones ante Organismos, acompañamientos en trámites. etc.e Intervenciones No Tradicionales expresadas a través de la realización de congresos, jornadas, foros, encuentros, conformación de redes y organizaciones para el fortalecimiento de la conciencia y defensa de los derechos de los mayores.
Por otra parte se verifica que muchas de las estrategias de abordaje y prevención sugeridas contra la violencia cotidiana y urbana generan en los adultos mayores reacciones que convalidan UNICAMENTE el resguardo de su seguridad individual.
En el campo de la Tercera Edad, el problema puede entonces complicarse dado que, en muchas ocasiones, la solución auspiciada supone un incremento de los llamados factores de riesgo, en virtud de que el aislamiento encubierto en la “seguridad individual” conlleva una facilitación INDIRECTA de cuadros de la llamada VEJEZ FRÀGIL (desequilibrio e inestabilidad) los que pueden precipitar la emergencia de cuadros geriátricos.
Hay que intentar echar cierta luz, , sobre las tensiones entre la “mirada” monocular ligada a la tradición individual, familiar e incluso policial, destinada a la salvaguarda individual frente al análisis social de la problemática de la situación que implica tanto a la víctima, como al victimario “en situación”, es decir en sus determinaciones históricas.
Resulta necesario evidenciar los conflictos existentes entre la práctica de autopsias y la elaboración de acciones de modificación, con intencionalidad de “futuro...”
La seguridad es un proyecto estratégico que tiene como consecuencia la lucha por los derechos humanos, la democracia y el BUEN GOBIERNO. La CONFIANZA HUMANA en las posibilidades de realización de todos los seres humanos. Supone una preocupación universal por la vida y por la DIGNIDAD HUMANA con componentes interdependientes y complejos (en sus aspectos políticos, económicos, sociales y ambientales.
La Seguridad Humana a diferencia de otras concepciones que ponían el acento en el territorio, el poder militar o ideológico, se basa en la seguridad de las personas, entendiendo que el desarrollo debe beneficiar a todos.
Para este proyecto hace falta poner distancia con la visión PATRIMONIALISTA que convierte un bien público en un bien privado, síntoma de la gravedad del deterioro de lo público. El loteo de lo público genera relaciones sociales que restringen el desarrollo autonómico. El clientelismo, expresado como simpatía y temor a los poderosos no favorece un clima de debate y de progreso intelectual ni tecnológico. En este sentido el poder de turno teme el riesgo, los cambios y de última es conservador. En cuanto a la pobreza es la GRAN FABRICA DE INSEGURIDAD y ella es el principal combustible que retroalimenta el esquema patrimonialista del poder que obtura el PROYECTO DE SEGURIDAD HUMANA.-
El Área de Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires por estas y otras muchas razones, registra la necesidad de ampliar su rol tradicional y “funcional” con la políticas sociales de turno, proponiendo y ejecutando intervenciones NO TRADICIONALES más allá de sus muros, interactuando con los movimientos sociales ligados al campo de la defensa de los derechos de los mayores y profundizando la democratización de la sociedad
A modo de síntesis:
Lo que sostiene y otorga viabilidad a las acciones grupales no es solo la actividad en común, sino que fundamentalmente los ideales y la búsqueda de un PORVENIR COMPARTIDO...
LA SEGURIDAD HUMANA NO ES ALGO POR DESCUBRIR SINO POR CONSTRUIR SOCIALMENTE
Se trata de procurar nuevos - viejos sujetos colectivos con capacidad para fijar temas en la agenda de los decisores.
Podemos no tener un proyecto para cada ocasión, pero no podemos dejar de pensar estratégicamente en pos de la conformación de ese sujeto colectivo
Finalmente se puede transpolar a este campo una frase del dramaturgo y psicoanalista argentino Eduardo Tato Pavlovsky, la que invita a la REFLEXIÓN-ACCIÓN:
QUE HACEMOS CON LO QUE SABEMOS...
Resumen de Memoria de Investigación
Licenciado Roberto Orden
Maestría en Gerontología Social
Universidad Autónoma de Madrid
Año 2006
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Artículos en Gerontología de Roberto Orden
domingo, 22 de julio de 2012
Aspectos psicosociales de la dependencia en los mayores
ASPECTOS PSICOSOCIALES DE LA DEPENDENCIA EN LOS MAYORES
Si no canto lo que siento
me voy a morir por dentro...
Luis Alberto Spinetta
Sumario: NUEVO TSUNAMI, social y epidemiológico ...
El Consejo de Europa, en 1998, definió la situación de “dependencia” de una persona como la imposibilidad de realizar las actividades de la vida diaria.
Se calcula que existe en dichas circunstancias, un 4,5 % de la población general y un 26 % de mayores de 65 años.
Los medios hablan mucho de la inseguridad urbana pero nada dicen sobre la falta de apoyo y asistencia para quienes cuidan personas dependientes, que en su gran mayoría son mujeres.
En nuestro País comienza a elevarse una inmensa y devastadora ola que irá creciendo y arrastrando desde sus entrañas , muchas vidas de jóvenes y viejos, sin respetar ubicaciones, clases ni sectores sociales
Estamos a tiempo para revisar nuestras prioridades y lograr que la sociedad comience a ser MÁS JUSTA, SOCIAL Y SEGURA...
El Consejo de Europa en el año 1998 definió la dependencia como: “El estado en el que se encuentran las personas que por razones de autonomía física, psíquica o intelectual, tienen necesidad de asistencia y/o ayuda importante para realizar las actividades de la vida diaria”
Según estudios realizados en España preparatorios del Sistema Nacional de la Dependencia, el 4,5 % de la población total soporta esta problemática, cuya atención construye en dicho país el llamado “Cuarto Pilar del Estado de Bienestar”, tras la educación, las pensiones y la salud, (en el marco de una lógica de ciudadanía).
Se calcula que de ese porcentaje un 49 % sufre dependencia leve, un 31 % dependencia moderada y un 20 % dependencia grave. Alcanzando entre los mayores de 65 años el 26 % de dicho grupo etáreo, con un 13 % de dependencia leve, un 8 % de dependencia moderada y un 5 % de dependencia grave.
Para el Dr. Javier Yanguas de la Fundación Matia, la atención constante conlleva una situación de estrés para los cuidadores, a la que define como una reacción ante estímulos que desorganizan la conducta habitual de una persona abocada a la atención de otra u otras, quienes se encuentran en estado de dependencia.
Dicha reacción o reacciones comprometen las esferas de vida ligadas con lo afectivo, lo físico, lo psíquico, lo cognitivo, lo laboral, lo relacional, el ocio y tiempo libre y los vínculos en general.
Quien dispensa estos cuidados se encuentra expuesto ante estímulos denominados estresores primarios que son los antecedentes o precursores de situaciones que luego ofician como estresores secundarios con un nivel de organización mayor para la generación de reacciones adversas.
Existe entonces un “derrotero” casi inevitable en la generación de estrés que comienzan a transitar quienes cuidan mayores en los momentos iniciales de la dependencia hasta recalar en aquellas estaciones en las cuales los requerimientos son constantes, integrales y múltiples.
No necesariamente toda persona cuidadora desarrolla las mismas reacciones y existen muchos factores personales y sociales que pueden oficiar de “predictores” de dicha situación (capacidad de afrontamiento, formas de vinculación previa con la persona dependiente, recursos pre-existentes: familiares, económicos y de otra naturaleza).
Lo que también resulta indiscutido es que la provisión de cuidados comporta un río subterráneo y en ocasiones manifiesto que tiende a arrastrar con su torrente hábitos y costumbres de la histórica vinculación existente entre cuidadores y enfermos.
Esa historia personal y también compartida entre cuidadores y mayores cuidados, justifica y explica las razones por las cuales son ciertos familiares y no otros, los que terminan haciéndose “cargo” de dicha responsabilidad.
Las estadísticas confirman que tales actividades son desempeñadas prioritariamente por personas de sexo femenino y de modo prevalente mayores de 45 años.
Más allá de las tareas “encomendadas” social y culturalmente a las mujeres, la elección específica de quienes las realizan va a estar fuertemente articulada con el relato sostenido en la “novela familiar” existente en cada hogar, por lo que la historia compartida ocupa un lugar central en la explicación causal de dicha elección.
Los cuidados dispensados pueden incluir: acompañamiento, higiene y confort, alimentación, vestido, asistencia sanitaria de baja complejidad, compras, trámites, etc. Orientados, ya sea para reemplazar al mayor o bien para ayudarlo a desempeñar dichas actividades.
Ahora bien CUIDADO no es lo mismo que asistencia y al respecto se suele aludir con este término a acciones asociadas con: velar, advertir. Proteger, proveer, acompañar, etc, pero CUIDADO supone también aprehensión y prevención.
El CUIDADO es una luz amarilla que se prende y de ese modo anticipa el inminente peligro de una luz roja. Desde el contexto de la seguridad vial, es aquel momento en el que hay que empezar a “frenar” para evitar un choque o accidente.
También constituye una oportunidad para cruzar, y avanzar con cautela en un paraje existencial en el que acechan peligros de distinta naturaleza que importa sortear para poder seguir en viaje..
Lo paradójico del tema es que el clima de calidez y continencia del espacio familiar puede trocar de un momento a otro en SINIESTRO
Freud señala en un artículo homónimo, una serie de elementos, que generan “efectos de siniestro”, entre los que se destaca la emergencia del “DOBLE”.
La existencia de un “otro” que ocupa “mi lugar...” según este agudo autor es angustiante al extremo y tiene su génesis histórica en los juegos identificatorios jugados por los hijos, para representar a sus padres, lo que “reaparece” en oportunidad de la provisión de cuidados a mayores dependientes.
Resulta bastante frecuente entonces, que los hijos se identifiquen con los roles jugados por sus padres, en los distintos momentos de la vida cursados por sus mayores
Esos ejercicios identificatorios en ocasiones reaseguran la identidad de los hijos y donan sentido de continuidad, pero cuando los padres son “dependientes” trocan en “siniestros”, pasan a jugar como DOBLES anticipando en el presente lugares futuros que van a ser ocupados inexorablemente, el doble pasa a ser un destino inevitable, no hay posibilidad alguna de cambiar dicho camino; “el otro ocupa mi lugar”.
Resulta entonces siniestro asistir a la dependencia de los propios padres, pero sin lugar a dudas resulta peor anticipar (a través de estos familiares), el propio destino. Al menos esa es la fantasía que cobra importancia y tiene “eficacia”. simbólica en el seno de una relación de cuidados de personas mayores.
Lo que ocurre en el recóndito escenario de lo familiar que se torna “siniestro” al perderse drástica o paulatinamente una situación previa de bienestar, conserva una gran distancia de quienes deciden los destinos de los actuales y futuros mayores
Un auténtico Tsunami Social y Epidemiológico comienza a levantarse no desde la exterioridad de la sociedad sino desde sus propias entrañas, que irá creciendo y arrastrando en un devenir exponencial vidas de viejos y jóvenes, de los suburbios y del centro.
La atención de los dependientes y de las consecuencias que ello genera, no respeta clases, ubicaciones ni sectores sociales.
¿Cuándo será el momento en el que la sociedad y en particular sus legítimos representantes comprendan que la atención de mayores dependientes es una problemática que excede ampliamente a este sector poblacional y que es un problema de la salud pública y colectiva, que merece tanta atención e importancia como el dengue o el cólera?...
Como dice Freud . La sociedad se verá en la obligación de agregar a la ayuda técnica , la ayuda material, para confrontar con este flagelo., al respecto la discusión sostenida en la actualidad en el seno de la sociedad española, sobre la llamada “Ley de la Dependencia” pone sobre el tapete y visibiliza lo que en la Argentina se pretende ocultar debajo de la alfombra.
El actual Gobierno de la Península Ibérica caracteriza la atención de la dependencia como el futuro “Cuarto Pilar del Estado de Bienestar” ubicándola en un mismo plano con la Educación, la Salud y las Pensiones (Seguridad Social).
En un contexto latinoamericano caracterizado por la fragmentación y exclusión social con altos índices de pobreza estructural de sus mayores, no se trata simplemente, que el Estado “colabore” con las familias y los damnificados, se debe procurar que desde las Instituciones abocadas a este segmento se asuma estas funciones como parte de sus “obligaciones”.
El Estado debe incluir dentro de sus responsabilidades animar o contribuir a la generación de programas flexibles, ágiles, de rápida cobertura útil y con aspectos que garanticen la calidad de sus componentes
El ciclo favorable de la economía, el ordenamiento institucional progresivo, las ventajas comparativas de los comodities conforman un escenario propicio para que la comunidad discuta cuales son sus problemas prioritarios y busque los modos para empezar a resolverlos.
Visibillizar el status “público” de estos problemas por su impacto sobre el conjunto de la sociedad, conlleva el abandono de las actitudes hipócritas y duales actuales, las que por un lado apelan y preconizan la necesidad de la contención familiar y por otro, poco o nada hacen respecto del apoyo a quienes efectivamente desempeñan dichas tareas.
El llamado MODELO MÉDICO HEGEMÓNICO opera como un obstáculo a tener en cuenta en el camino de la asunción institucional de los cuidados para mayores dependientes, dado que pretende velar el problema, medicalizando las soluciones. Su estrategia princeps radica en la ficción de que con los fármacos toda patología cede e incluso “se cura”.
En una versión remozada del mismo aparece el MODELO GERONTOLÓGICO DOMINANTE (MGD) que con la nueva pátina de un discurso interdisciplinario florido y progresista no acierta a encontrar los caminos para revertir la problemática que encierran los cuidados a mayores dependientes .
El MGD plantea de un modo convencido y hasta vehemente la atención especializada de los mayores, pero esto encierra un efecto paradojal dado que al especializar, además, obtura la realidad, desde una óptica monocular pretendidamente científica, lo que termina sacrificando el componente social, que suele ser uno de los explicativos (causales) de las dificultades que se analizan.
De todas formas deshaciendo esta operación cosmética que no supera un status de camuflaje, el MGD muestra que la mayor eficacia de su accionar termina depositándose en el arma tradicional del “FÁRMACO”, en particular aquellos de última generación.
Desde esta mirada sesgada se pretende medicalizar “cuestiones de la vida” , disciplinando conductas profesionales y no profesionales, generando la ficción de que el medicamento todo lo puede.
Pacientes y familiares, trocan sus expectativas de ser “entendidos” por el mero hecho de “ser atendidos”.
El sistema tiende a reproducir sus perversiones y atrocidades, fragmentando, engañando sin denunciar que muchas de las patologías que sufren los mayores son crónicas y progresivas, lo que no supone eliminar el accionar farmacológico pero tampoco justifica la actual “empresa de oscurecimiento” asumjda desde la Industria del Medicamento.
Se populariza el consumo de muchos fármacos, sin eficacia terapéutica comprobada y se distraen volúmenes muy importantes de fondos de las Obras Sociales y de los bolsillos de los particulares para sostener esta catedral imaginaria...
Frente a tanto despilfarro poco se “invierte” en programas de atención domiciliaria con orientación continua, progresiva y personalizada.
Se encaran de un modo recurrente y con fines de marketing político, programas “masivos” de capacitación de RRHH para desempeñarse como cuidadores domiciliarios, tomando como población blanco de los mismos a desocupados, en especial mujeres, pero hay una total ausencia de previsiones en lo que refiere a la organización de la oferta de servicios.
Se encuentra debidamente comprobado que todo proceso de formación de sectores excluidos de la sociedad conlleva mejoras objetivas de su inserción en el mercado laboral y en su capacidad de ingresos.
No obstante ello las personas formados en dichos procesos en general van a engrosar el colectivo de empleados “informales”, sin aportes a la seguridad social, ni relación de dependencia, es decir que pasan a desempeñar trabajos de baja calidad.
Al respecto el INSSJP sigue reconociendo estas tareas a través de una contratación indirecta, mediante un subsidio entregado a cada afiliado que demande este tipo de intervención (en un cifra por demás ridícula comparada con la demanda real de estos servicios entre los mayores) y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a través de sus áreas sociales, firma convenios de atención con Cuidadores capacitados en forma individual por una acotada cantidad de horas por paciente y dejando de lado las problemáticas más importantes.
Existen muchas experiencias formativas a lo largo y lo ancho del país, sobre todo encaradas desde el Ministerio de Desarrollo Social, pero en ninguno de los casos relevados se plantean acciones sostenidas y sustentables para la organización de las ofertas de atención domiciliaria, no previendo la incorporación sistemática de estos trabajadores capacitados en cuidados domiciliarios, a efectores formalizados de servicios y con capacidad para brindar servicios con gradientes progresivos de calidad de atención (continuidad, accesibilidad, ofertabilidad, seguridad, disponibilidad, aceptabilidad, eficacia,. equidad, efectividad y eficiencia)
La baja calidad de la relación laboral sostenida por los cuidadores formales más tarde o más temprano va a incidir desfavorablemente en vínculos entre cuidadores y mayores asistidos.
En el año 2003 el INSSJP decidió destinar una parte del presupuesto correspondiente a las prestaciones sociales, por inspiración de la Comisión de Seguimiento (conformada por organismos de control y de garantías), para la conformación de “Efectores Sociales” operacionalizados como cooperativas de cuidadores orientadas a asistir mayores dependientes, superando de ese modo, el modelo de la atención por subsidio.
Al poco tiempo, con el cambio de la conducción institucional, esa partida fue traspasada para solventar el aumento de las internaciones en residencias para mayores, brindando otra muestra de que el pasado no cesa de repetirse y que los poderes tradicionales tienen una enorme aptitud para reciclarse, mimetizarse e influir sobre los decisores de turno.
Todo ello va conformando un cuadro de situación en el que no existe la voluntad política de encarar las decisiones estratégicas que demandan los procesos crecientes de envejecimiento de nuestra sociedad.
Pareciera que existe una enorme sordera ante los angustiantes gritos y sollozos provenientes de los lechos de quienes no pueden moverse ni acceder a los Olimpos Gobernantes.
Y por otra parte RESULTA CURIOSO:
• El doble discurso de las intenciones proclamadas y las realizaciones efectivas.
• La escasa trascendencia brindada desde las Instituciones Oficiales a las temáticas sociales y sociosanitarias de los mayores
• El mínimo espacio otorgado a lo “Social” en los Congresos Gerontológicos
• Las ausencias y/u olvidos cómplices , donde debieran ocurrir flujos importantes de fondos y recursos para la atención domiciliaria.
• Que no se haya avanzado en la investigación, innovación ni desarrollo de estos recursos demandados de forma manifiesta y latente por los mayores dependientes y sus familiares inmediatos.
• Que no haya desarrollado un registro y/o red institucional de cuidados, abierto a la incorporación progresiva de efectores acreditados.
• Las reacciones paranoicas que se generan en las Autoridades Oficiales de la atención geriátrico – gerontológica, ante las críticas en este campo.
• .El sospechoso silencio en la materia, de las organizaciones y asociaciones profesionales así como de los gremios actuantes en dichos ámbitos ante la degradación y el retraso de las prestaciones sociales orientadas a los mayores
.
Las problemáticas referidas a los cuidados domiciliarios se extienden progresivamente y la distancia con las actuales soluciones dejan al descubierto brechas de cada vez mayor profundidad.
El subsidio de contención sociosanitaria ( de escaso monto) y las actuales prestaciones dinerarias otorgadas desde el PAMI no alcanzan para cubrir con sus montos muchas situaciones de complejidad variada atravesadas por adultos mayores dependientes y también por sus familiares cuidadores (informales)
Mientras tanto la dependencia se abre paso entre los mayores y emergerá progresivamente con una virulencia enorme, en nuestro País, no limitándose a afectar a los mayores de extracción humilde sino tocando el timbre en todas las clases sociales.
La cultura “liquida” fragiliza toda vocación de resolución social pero lo reprimido emerge en el ámbito de lo familiar y allí no resulta posible hacer zapping...
Los problemas de los mayores requieren de una real atención sociosanitaria, altamente personalizada, progresiva y continua, que por supuesto debe contar con una base de fuerte tono comunitario, es decir recursos, instrumentos y soluciones allí donde los viejos viven, sufren, gozan, practican sus credos, defienden sus derechos y también donde finalmente van a morir.
Los “sistemas” de cuidados domiciliarios articulados con otros recursos de atención gerontológica configuran el punto de inflexión necesario para el cambio a una generación nueva de respuestas en reemplazo de un sistema de atención que evidenció una triple crisis: en lo que refiere a costos, logros y accesibilidad
Los cuidados domiciliarios no pretenden emular la “panacea” que imaginariamente reivindica el modelo medicalizado pero modestamente plantean que lo social no es predecible ni disciplinable..
Cabe preguntarse si se harán desaparecer de las crónicas gerontológicas, los cadáveres, emergentes de la desatención de la dependencia., parafraseando épocas negras de nuestra sociedad cuando por otros motivos , también inconfesables, se silenciaban reclamos y cuerpos.
Y al comparación no resulta exagerada si tenemos la férrea voluntad de denunciar las nuevas formas de violación de los derechos humanos en nuestros tiempos, incluyendo la falta de apoyo a la dependencia como uno de los modos de exclusión social y si como dice el dramaturgo Bertold Brecht: como no podemos seguir mintiendo empecemos a decir la verdad...
Las responsabilidades no pueden delegarse solo en quienes dirigen las instituciones abocadas a la atención gerontológico, hace falta gestionar “el buen gobierno” , el compromiso ciudadano, la crítica constructiva y la búsqueda del consenso para que emerjan políticas de estado que desborden legitimidad y no solo imposición de unos pocos “iluminados” sobre muchos desencantados...
Bs. As., 26 de marzo de 2007.-
Lic. Roberto Orden
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sábado, 21 de julio de 2012
La atención burocrática de los mayores
LA ATENCIÓN BUROCRÁTICA DE LOS MAYORES
(Trabajo presentado en el Congreso de la SAGG Año 2007)
El nombre dice más de una persona
que su edad...
Haydee Andres
Sumario
En una época en la que surge la necesidad imperiosa de alentar “el buen gobierno institucional” y la gestión continua de la calidad, se entiende por burocrática aquella práctica teñida de lentitud, ineficiencia e ineficacia, desplegada por sectores retardatarios y refractarios a toda forma de innovación gestionaria.
Desde cierto preconcepto se suele pensar que solo los empleados administrativos son presa fácil del status burocrático totalizador, mientras que el personal técnico y profesional en lo cotidiano, violenta y es violentado en contextos de atención gerontológica (atención, asistencia, aprendizaje, prevención, y rehabilitación) lo que burocratiza su accionar en un sentido impersonal y estandarizado.
Las burocracias meritocráticas al decir de Max Weber poco tienen que ver con la perversión de las prácticas institucionales, con el clientelismo, el patrimonialismo y con la corrupción de primera o segunda generación .
En el presente trabajo se intenta analizar aquellos desfasajes y discontinuidades registrados en la atención de los mayores que caen dentro del apelativo de “burocráticos”, con el cometido ulterior, de realizar una apelación en pos de la conformación del sujeto colectivo, organizado y autoconciente...
Los adultos mayores conforman un grupo poblacional predominantemente heterogéneo más allá de las “interpretaciones globalizadoras” que pretendieron adjudicarle un carácter homogéneo .
La tendencia a utilizar dimensiones uniformizantes operacionalizó una forma de maltrato “cultural” que luego se tradujo en decisiones y acciones en diferentes contextos.
El exceso de categorías de sesgo biologizado (en particular las referidas a sexo y edad) conllevó, en muchas ocasiones, la desaparición de las diferencias individuales, tan “caras” para los sujetos..
La hegemonía de la perspectiva médica, condujo a la medicalización de la cotidianeidad y al olvido de dimensiones holístico-antropológicas-existenciales de los mayores .
Los avances tecnológicos impactaron con aciertos y errores en la comprensión de la “humanidad” de los mayores pero muy especialmente afectó la atención que se les brindó.
El uso de categorías discretas ante la inocultable presencia de realidades complejas de los mayores, generó intervenciones acordes con las formas acotadas y sesgadas de entender ese mundo.
Entonces, las formas de caracterizar y/o diagnosticar dicha realidad condicionó los modos de actuar sobre la misma
Las nuevas tecnologías en particular las del campo de las comunicaciones incrementaron la información disponible sobre la tercera edad pero también proveyeron al oscurecimiento del respectivo “conocimiento”.
La tendencia a la desagregación de procesos y la búsqueda “masiva” de procedimientos devenidos en algoritmos colaboró con una mayor segmentación del campo y en particular con la invisibilización de categorías relacionales, sociales e históricas tan relevantes a la hora de comprender el proceso del envejecimiento.
Con el advenimiento de esta época “light” la visión simplificada y desagregada (por sectores), se correspondió con la implementación de procedimientos de intervención de salida ágil, pero con escasa eficacia y continuidad en el tiempo, frente a los graves “problemas”atravesados por los mayores..
El uso progresivo de la informática, la implementación de los call-center y de las líneas de llamadas gratuitas conllevaron un avance notable en el desarrollo de muchos procesos de gestión pero su entronización, cuando no su absolutización supuso sacrificios en el vínculo con los mayores y también la lisa negación de problemas de importancia..
En muchos casos fue dable comprobar que los recursos implementados para ahorrar tiempos y recursos a los mayores se autonomizaron y agregaron incomunicación y escollos para el acceso a los servicios brindados por las instituciones encargadas de hacerlo.
Los famosos 0800 pasaron a responder con premura las demandas, pero siempre dentro del marco acotado y “bizarro” de las ofertas preexistentes, contribuyendo de un modo indirecto con la obturación de otros planteos de los beneficiarios que no estuvieran contemplados previamente.
Poco se hizo en favor de la visibilización del total de las necesidades de los mayores y la falta de sensibilidad de los instrumentos no tendría tanto que ver con un problema intrínseco sino que prioritariamente con la insuficiencia de aspectos y “ cargadas” por el sistema de atención para los interesados.
Todas estas herramientas pueden servir para limitar en lugar de facilitar si al mismo tiempo no se da un proceso cierto, profundo y constante en la cultura organizacional que procure una modificación de la calidad de atención y tenga por eje y centro a la persona del mayor, de un modo continuo, viable y progresivo.
Los programas para mayores...
En el contexto latinoamericano, la búsqueda de programas para mayores, en su doble acepción, como un ejercicio para lograr su financiamiento local o internacional, en tanto diseños vacuos con ropajes de informatización o también como un esfuerzo por nombrar de un modo pretendidamente “científico” y sistemático las acciones prioritarias con mayores dentro de un andarivel lógico y traducido a lenguaje informático, han contribuido a un mayor “derrame” de esfuerzos y recursos.
El aparente control logrado tras incorporar en un software de ultísima generación, un conjunto de acciones organizadas, lógicas y secuenciadas conformó un nuevo LECHO DE PROCUSTO, que sin el acompañamiento de otras decisiones y acciones dejo por afuera, elementos esenciales para la comprensión e intervención sobre los problemas.
Un efecto similar se logró al pretender “comprimir” la realidad de los mayores dentro de los muros de los clásicos factores de riesgo, como dijo hace más de cincuenta años Don Ramón Carrillo, ante la miseria y la pobreza los microbios son unas pobres causas, para entender las enfermedades.
Del igual modo es pretencioso explicar la problemática de un mayor con el uso de categorías sociales escindidas y descarnadas como son: capacidad adquisitiva, familiares convivientes o lugar de residencia.
La apelación a modos de intervención y evaluación “adocenados”, estuvieron más orientados a justificar los gastos ante los organismos financiadores, que a enfrentar y en el mejor de los casos modificar las causas y condiciones de los problemas.
Las posturas reduccionistas inhibieron la capacidad para reaccionar ante los cambios constantes y el aferramiento a lógicas pre-establecidas, impidieron la generación de respuestas oportunas, eficaces, efectivas, equitativas y en concordancia con las demandas y necesidades de los mayores.
Estos modos de respuesta tuvieron en común las “ubicaciones” de los sectores profesionales y administrativos abocados a estas tareas, como elaboradores, directores y administradores de prácticas, y a los sectores usuarios, como inevitablemente verificadores y receptores pasivos de las mismas.
Este repertorio de acciones estuvo rara vez planteado con una orientación facilitadora, asesora o inductora, acerca de la utilización de los recursos por parte de la comunidad, pues se descarto la variable de su participación en la toma de decisiones.
Toda estas prácticas se referenciaron en un conjunto de representaciones con una concepción o ideología de trabajo con efectos dominantes sobre otros dispositivos de servicios orientados hacia adultos mayores .
La atención burocrática no quedó reducida a los espacios administrativos de servicios orientados a los mayores, quizás su encarnadura principal y más perniciosa, probablemente, se evidenció en el contexto de la atención técnico-profesional directa.
La práctica habitual de la derivación de un sector de diagnóstico o de asistencia a otro, dentro de este quehacer “burocrático” también incluyó ciertas necesidades de los actores administrativo-profesionales en el sentido de rehuir de los compromisos y de la convalidación de planteos fóbico defensivos.
Por sobre la intención de resolver problemas se impuso al decir de Carlos Matus la instalación de una callosidad aislante destinada a tomar distancia de toda eventual contaminación con la realidad de sentidos, colores y sufrimientos de los mayores.
Las instituciones pueden erigirse como el gobierno de los muertos, sobre los vivos...
El acontecer de los individuos y grupos deviene en el marco amplio de las instituciones, que a su vez pueden ponerse al servicio de la expansión y el desarrollo del hombre o, en su defecto, de su limitación...
Ambos modos de funcionamiento institucional generan consecuencias y efectos disímiles, pero, desgraciadamente, a la fecha, en una gran mayoría de las instituciones oficiales y privadas , abocadas a la atención de mayores, se prioriza un discurso instituído como inamovible, que reivindica en el “hoy”: un deber-ser histórico-institucional, que en muchos casos se presenta como hilacha raída de lo que fue..
Las instituciones abocadas a la atención de mayores terminaron asumiendo la misma estructura de los problemas que procuraban resolver, cuando no los potenciaron.
Se plantea una disociación entre las intenciones proclamadas y las realizaciones efectivas, la falta de correspondencia entre fines y medios para alcanzarlos, y la falta de cumplimiento de los cometidos propuestos...
Esto, que parece una paradoja, tiene una extensión y masividad que desborda los límites de las instituciones sanitarias y sociales.
La escuela genera analfabetos funcionales; el establecimiento psiquiátrico LOCURA Y ENCIERRO; la residencia para mayores, soledad, desarraigo y aislamiento, y la cárcel es una escuela de criminales.
Ante esta conflictiva, los medios institucionales se “autonomizan” y se erigen como fines en sí mismos.
Este primer análisis debe sumar todos los factores ligados a lo que tradicionalmente se conoce como “cultura institucional”, es decir, la “genoestructura”, que condiciona con sus reglas básicas todo el aparato institucional observable.
Hoy en día, muchas instituciones de los campos sanitario y social se caracterizan por tener estructuras con un alto grado de rigidez e incoherencia, a lo cual se suma un inevitable arrastre de políticas con intereses que en ocasiones son divergentes.
El “cortoplacismo” y la exigencia política de la coyuntura conspiran abiertamente contra el logro de adecuados sistemas de planificación estratégica, y se busca más la obtención de resultados bizarros que cuestiones básicas de proceso y desarrollo institucionales.
La planificación que “domina” se confunde con el mero cálculo de recursos requeridos y disponibles, sin establecer adecuados “escenarios de cálculo”, a fin de fijar la viabilidad político-institucional de los emprendimientos y proyectos.
No se dispone de indicadores de desempeño confiables, y por ello no hay comparación sistemática con las metas programáticas preestablecidas.
La discontinuidad sumada a la falta de idoneidad de los equipos de dirección de las instituciones hace que las responsabilidades por las decisiones se diluyan, y resulta por demás dificultoso evaluar el momento en que los objetivos dejan de cumplirse.
Cada elenco dirigente genera, a la vez, grupos de evaluación y diagnóstico institucional cuyas recomendaciones, al poco tiempo, van perdiendo sustancia y sentido.
En razón de las discontinuidades señaladas se producen dramáticas desarticulaciones horizontales y verticales, que van determinando una auténtica feudalización y autonomización de pseudopoderes locales (áreas, departamentos, servicios, unidades, centros etc.).
La falta de una adecuada comunicación entre los distintos niveles institucionales conduce a recrear mecanismos “imaginarios” de control, que no hacen más que generar el incremento de datos formales, al poco tiempo inútiles, mientras que la información básica se desplaza por circuitos ajenos a estos dispositivos, lejos de los ámbitos de decisión.
La carencia de una conducción institucional idónea también influye en las políticas vigentes en materia de recursos humanos.
Algunos sectores de trabajadores están sometidos a exceso de tareas, y en otros se advierte una superposición flagrante de actividades, prevaleciendo en la consideración de estos problemas criterios meramente cuantitativos, limitados a la estimación del número de individuos involucrados en las acciones, sin evaluar factores que atañen a la calificación, distribución, capacitación y motivación del personal, que constituyen el aspecto “cualitativo” de dicha política.
Tampoco se tiene en cuenta la búsqueda de niveles de integración y de identificación con las tareas que se realizan.
La capacitación no es utilizada de modo sistemático, como un instrumento imprescindible para el desarrollo de potencialidades, que puede incluso incidir en la genoestructura.
A pesar de las sucesivas crisis vividas en el País, incluyendo la del “que se vayan todos” desde las miradas identificadas con el poder se interpreta de un modo “paranoide” toda forma de crítica y se pretende confundir una buena gestión de recursos humanos con lo que en realidad es sometimiento, generación de pasividad y disciplinamiento forzado.
El “no te metás” tan caro para la historia argentina se reproduce hasta la enésima en las instituciones gerontológicas, ante privatizaciones o nacionalizaciones forzadas, mala atención institucional, mobbing contra trabajadores, coimas de 25 % etc.
Los sindicatos y organizaciones gremiales operaron como “mamporreros” del poder de turno confundiendo intencionalmente tolerancia con indiferencia.
Estrés y Violentación Institucional
Esta fehacientemente comprobado que la atención constante de mayores dependientes conlleva, en sí misma, una situación de estrés para los cuidadores, a la que define como una reacción ante estímulos que desorganizan la conducta habitual de una persona abocada a la atención de otra u otras, quienes se encuentran en estado de dependencia.
Dicha reacción o reacciones comprometen las esferas de vida ligadas con lo afectivo, lo físico, lo psíquico, lo cognitivo, lo laboral, lo relacional, el ocio y tiempo libre y los vínculos en general.
Quienes dispensan estos cuidados se encuentra expuestos ante estímulos denominados estresores primarios que son los antecedentes o precursores de situaciones que luego ofician como estresores secundarios con un nivel de organización mayor para la generación de reacciones adversas.
Existe entonces un “derrotero” casi inevitable en la generación de estrés que comienzan a transitar quienes cuidan mayores en los momentos iniciales de la dependencia hasta recalar en aquellas estaciones en las cuales los requerimientos son constantes, integrales y múltiples.
No necesariamente toda persona cuidadora desarrolla las mismas reacciones y existen muchos factores personales y sociales que pueden oficiar de “predictores” de dicha situación (capacidad de afrontamiento, formas de vinculación previa con la persona dependiente, recursos pre-existentes: familiares, económicos y de otra naturaleza).
Lo que también resulta indiscutido es que la provisión de cuidados comporta un río subterráneo y en ocasiones manifiesto que tiende a arrastrar con su torrente hábitos y costumbres de la histórica vinculación existente entre cuidadores y enfermos.
No resulta descabellado suponer que quienes trabajan de un modo constante con mayores en situaciones críticas atraviesan circunstancias relacionadas con el ESTRÉS DEL CUIDADOR dado que en las mismas se re-producen las condiciones facilitadoras de dicho síndrome.
Fernando Ulloa, psicoanalista con experiencia en temas comunitarios e institucionales, acuerda con aquella definición que entiende que toda institución es tributaria de un previo acuerdo o contrato.
Para este agudo pensador, cuando no se cumplen los pactos fundacionales se desencadena lo que define como síndrome de violentación institucional.
Dicha patología surge al no darse cuenta de los objetivos institucionales, y se registra un fenómeno “universal” de sitiador-sitiado, por el cual los grupos de mayor poder y manejo de recursos son sitiados por aquellos de menores recursos y poder relativo (sitiadores), comúnmente más numerosos.
Los sitiadores “avanzan” porque no tienen dónde ir, renunciando a su expectativa de ser entendidos singularmente por la simple aspiración de ser atendidos, aunque este “gesto” no suponga ninguna solución a sus necesidades, y surgen frases como: “Fui al hospital”, “Fui al doctor”, “Fui al PAMI”...
El S.V.I. también afecta a los “operadores” de la salud (auxiliares, técnicos y profesionales), los cuales comienzan a desarrollar, a causa del impacto de sus efectos tóxicos, trastornos en las áreas corporales y psicosociales, expresados como pérdida de imaginación, cansancio, desgano, aburrimiento, desvalorización de las tareas, resignación y desesperanza.
El S.V.I. propicia el descenso de la inteligencia, de la simbolización de lo que está ocurriendo, y un “aplanamiento” de los vínculos y de los afectos. Una situación que termina tornando lo anormal institucional como normal cotidiano institucional, negando que ello ocurre...
Intervenciones tradicionales y no tradicionales
Fernando Ulloa concluye que para la remisión de esta problemática hay decisiones que superan su nivel de análisis, pero aporta, por el lado de los grupos y de los sujetos, la vigencia de una triple apelación, referida a:
1) darse cuenta (como recupero de la memoria y de la inteligencia);
2) correr riesgos (como recupero del cuerpo);
3) ejercicio ético (en tanto discriminación de lo que daña a uno y a otros).
La inclusión de estas últimas variables supone una revisión crítica de los conceptos de “salud” y “enfermedad”, el empleo de nuevas categorías diagnósticas y de intervención institucionales, y la ponderación de la flexibilidad y del enriquecimiento de los marcos de referencia.
Esta modificación sugiere la utilización de una epistemología convergente, que vaya construyendo el concepto de quehacer organizado y compartido como un producto social, y también como una suerte de meta sobre la base de la cual orientarse.
Dicho quehacer cuestiona las definiciones negativas de la salud, como “ausencia de enfermedad”, y despunta un sentido eminentemente promocional para los sujetos y las instituciones, haciendo más hincapié en los procesos que en los resultados, e inscribiéndose en una visión sanitaria y social.
La salud institucional como construcción social e histórica se identifica con el buen gobierno, el ensanchamiento progresivo de la condición de ciudadanía y la consolidación de hábitos dialógicos y democráticos.
Sin ánimo de observar una definición rigurosa de la salud institucional, la misma confronta con el hábito burocrático y consuena con la posibilidad cierta, por parte de los sujetos que las conforman, de enfrentar activa y responsablemente las conflictivas presentes en distintos niveles. Su implicación, con el pleno reconocimiento y valoración de las propias pautas culturales, permite la posibilidad de su asunción y reconocimiento.
Se plantea el enorme desafío de adecuar recursos, comportamientos y prácticas a los hasta ahora “pasivos usuarios”, buscando compatibilizar las intervenciones técnicas con criterios atinentes a la aceptabilidad, la accesibilidad, la equidad distributiva y el racional uso de los recursos institucionales.
La promoción de la salud puede también ser entendida como el intento de organización de individuos y grupos a fin de que sean ellos mismos quienes puedan participar y hacerse cargo de las decisiones que les son propias por derecho.
Esta cuantiosa y difícil tarea no puede ser obra de algunos técnicos y profesionales, no puede quedar reducida a intervenciones acotadas; por el contrario, los sectores profesionales pueden y hasta “deben” erigirse, dentro de sus posibilidades, como reaseguros, para generar ámbitos de encuentro y de resolución de problemáticas por parte del conjunto de interesados.
Las posibles intervenciones sobre problemáticas institucionales reconocen como táctica y condición indispensable, entonces, la conformación y facilitación de espacios grupales democráticos y dialógicos.
En el caso del Instituto de los Derechos de la Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, ha venido llamando la atención sobre la insuficiencia de las intervenciones lineales y tradicionales ante las problemáticas complejas de los mayores.
Dicha Instancia de Garantías propuso una metodología de trabajo superadora y “recursiva” en tanto productora y producida, articulando acciones tradicionales y no tradicionales con un ejercicio multifacético en los campos de las “intervenciones” jurídicas, sociosanitarias, comunitarias, de capacitación, organización social, actuación en los medios masivos de difusión, docencia, investigación sin descuidar la sensibilización social de las problemáticas del envejecimiento.
En función del específico carácter modular de las intervenciones articulan su mantenimiento, despliegue y/o acotamiento en el tiempo según las necesidades ciudadanas y las condiciones estratégicas de su desarrollo.
Dichas acciones, a lo largo del tiempo, han podido adecuar su desarrollo según las condiciones situacionales, destacándose por su alta sensibilidad y por su capacidad de reacción ante los cambios, sin renunciar a sus cometidos estratégicos, traducidos en la búsqueda del fortalecimiento de la organización social, el capital social, el buen gobierno y la lucha por la reasunción de las obligaciones indelegables del estado en el contexto de la Seguridad Social
Los individuos, que sufren de modo “subjetivo” los sujetamientos y, en ocasiones, la violentación institucional, facilitan tras dichas intervenciones el clima y “escenario” necesarios para la inducción de cambios en esferas decisorias que muchas veces “perseveran” en la continuidad de políticas fragmentarias y descontextualizadas.
La posibilidad “cultural” de encontrarse con otros genera condiciones para la búsqueda de alternativas de inserción social e institucional, formas de ejercicio de la solidaridad y canales válidos de participación, para la resolución de problemas comunes, recuperando historias, capacidades, potencialidades e identidades.
La enorme fragmentación intra y extrainstitucional obrante en el campo de las instituciones sanitarias y sociales abocadas a la atención de mayores, resulta interpelada y cuestionada por la instrumentación de ACCIONES COMBINADAS TRADICIONALES Y NO TRADICIONALES destinadas al hombre que se construye diariamente, que recupera su palabra, que se reconoce y se siente contenido, con la re-creación de una atmósfera de solidaridad y de COMPROMISO CON LA VIDA que contradice la violentación, el individualismo y la inseguridad social......
“Los muertos están indóciles
es que cayeron en la cuenta
que son MAYORÍA...”
Roque Dalton
Lic. Roberto Orden
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