domingo, 29 de julio de 2012

“ LA SEGURIDAD SOCIAL NO ES SEGURA NI ES SOCIAL” Aportes sobre el Maltrato Institucional- estructural (MI.E) Nada esta perdido si tenemos la voluntad de reconocer que todo esta perdido y que hay que empezar de nuevo Julio Cortazar Resumen Los trabajos clásicos sobre maltrato con adultos mayores suelen describir que su prevalencia no supera entre el 8 y el 10 % de los mayores de 60 años y en general aluden a problemáticas ligadas con la atención de personas dependientes. Dichos estudios hablan también de un modo genérico del maltrato cultural y estructural orientado a este grupo poblacional pero muy poco informan sobre su extensión y alcance. El presente trabajo (de seguimiento de presentaciones efectuadas por vecinos ante el Área de Tercera Edad del Organismo de Garantías de la Ciudad de Buenos Aires) intenta llamar la atención sobre la gravedad, magnitud y relevancia de este fenómeno, esbozando algunas ideas sobre sus manifestaciones prototípicas y sobre la discusión referida a la instrumentación de metodologías no tradicionales de intervención en la materia INTRODUCCIÓN Existe un hilo conductor entre las distintas situaciones de violencia que “castigan” a nuestra sociedad. En la crónica periodística reciente existe un común denominador entre la amante muerta por estrangulamiento en un barrio privado momentos antes del orgasmo (cuando la intimidad troca en intimidación), el adolescente muerto por un guardia de seguridad en una “disco” de conurbano, las guerras “ètnicas” protagonizadas por distintas parcialidades de clubes de fútbol casi todos los domingos .y las noticias del Diario Clarín que informan que por imperio de los superpoderes ministeriales, la ANSES (Administración Nacional de Seguridad Social) prestó fondos a una tasa inferior de la del mercado para el pago de los servicios de la deuda externa y transfirió fondos “ociosos” para afrontar deudas de la Central Hidroeléctrica de Yaciretá (monumento a la corrupción en escala latinoamericana). Se puede afirmar que SIN “SEGURIDAD SOCIAL NO HAY SEGURIDAD INDIVIDUAL POSIBLE...” La Seguridad Social es un instrumento esencial en el mundo contemporáneo para prever la pobreza y la exclusión, asegurar un nivel de vida digno a las personas ante situaciones de necesidad y promover la cohesión social... En los países del Norte es una parte muy importante del Estado de Bienestar, no solo por la amplitud de su acción protectora que comprende la mayoría de las contingencias sociales que pueden afectar alas personas (enfermedad, incapacidad, vejez, muerte y supervivencia), desempleo, maternidad y riesgo durante el embarazo, también por la extensión de su campo de aplicación, puesto que debe cubrir al conjunto de los ciudadanos Para los países pobres y con abultadas deudas externas, los Organismos Crediticios variaron su discurso a partir de la constatación de que la desigualdad condicionaba el crecimiento, el obstáculo no fue entonces la falta de crecimiento como decían antes sino la DESIGUALDAD . Se pasó a defender, entonces, una mayor intervención pública con fines distributivos, “amistosa con los mercados” y de base mercantilizada, como dice Ana María Ezcurra. La llamada estrategia de dos vías expresó por un lado la necesidad del crecimiento económico y una matriz laboral de base amplia e intensiva de trabajo, pero el dispositivo fracasó. Pero el modelo neoliberal de políticas sociales fue atravesado por un patrón distributivo restringido de FOCALIZACIÓN, consistente en la reducción y selección de los destinatarios, para acotar el gasto social. El gasto publico recuperó un canal dsitributivo pero colocó un fuerte énfasis en los pobres y sobre todo en la franja de la pobreza extrema. Se puso el acento en las mediciones de pobreza que suelen implicar subestimaciones de la magnitud del fenómeno, con mediciones cómplices. De esta forma las reformas sectoriales constituyeron la segunda via real , con la reestructuración del gasto social y la ampliación de fondos orientados a servicios más BASICOS, que por un lado favorecieron a los pobres y que por otro FUERON INSUFICIENTES , como en los grandes casos testigo de la educación básica, atención primaria de la salud y reforma de la previsión social. Pero ¿cómo se financiaron esos renglones? Sobre todo con una reubicación de los fondos, desde los niveles superiores a los inferiores, es decir que la suba de los tramos básicos exigió un declive de los más avanzados en los que se alentaron los mecanismos de mercado (universidades privadas, pre-pagos en salud y AFJP en previsión social). En síntesis un desplazamiento de recursos desde los sectores medios hacia los más pobres, con una reubicación intrasectorial de fondos, justificada con argumentos de equidad, que generó la REPRODUCCIÓN AMPLIADA DE LA DESIGUALDAD, con efectos regresivos sobre los más pobres, todo ello muy distante de una INTERVENCIÓN ESTATAL CON FINES REDISTRIBUTIVOS Resulta de importancia reflexionar sobre : ✔ ¿Quién determinó la agenda social? ✔ ¿Quienes son los sujetos o actores? ✔ ¿Qué acuerdos éticos y técnicos se plantearon? ✔ ¿Quienes determinaron los problemas y dentro de ellos las PRIORIDADES? En la mayoría de las investigaciones tradicionales, queda oculta esta macrodeterminación de los fenómenos observados y las ponderaciones sobre el fenómeno del maltrato se hayan acotadas a sus expresiones ligadas con aspectos cotidianos familiares, las crónicas policiales y los desvíos compulsados en la atención dispensada en contextos institucionales, en particular los que conllevan internaciones prolongadas. Los estudios clásicos llevados a cabo en entornos desarrollados han concluido que la proporción de personas de edad que sufre malos tratos o abandono oscila entre el 3% y el 10%, situando las cifras otras investigaciones entre el 5% y el 8%. Por otra parte la difusión sobre esta forma de violencia en su encarnadura predominantemente física y material, circunscripta a motivaciones de robo, INVISIBILIZA las otras formas de maltrato (estructural) de que son objeto los mayores con una prevalencia superior a la que se suele denunciar. En una sociedad en la que la discriminación de las personas mayores es una realidad, no resultan esperables escenarios en los que el riesgo de aparición del MALTRATO A LA PERSONA MAYOR (MTPM) sea nulo o tienda a cero... La noticias periodísticas detallando el incremento de los casos de violencia (en particular con intenciones de robo) para con adultos mayores INFORMAN de una preocupación, más ligada con la brutalidad de los hechos y con el consiguiente arrastre de atención que ello acarrea, que con una intención profunda de cambiar la situación, en beneficio de los mayores. La misma sociedad que decretó el exilio de sus mayores A TRAVÉS DE SU MUERTE EN VIDA se escandaliza hipócritamente ante un televisivo y mediático “RETORNO DE LO QUE ELLA MISMA REPRIMIÓ...”, al contemplar los casos de violencia contra adultos mayores expuestos ante las cámaras o por los medios gráficos. El maltrato institucional-estructural (MI-E) es un constructo teórico que denuncia hechos heterogéneos que no surgen como disfuncionalidades o problemas aislados, por el contrario el caudal y la textura de las denuncias y presentaciones realizadas ante el Área de Tercera Edad del Organismo de Garantías (Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires) pone en evidencia los “abismos” que se abren entre el texto de las declaraciones de misiones y funciones de las distintas instituciones dependientes del Estado y abocadas a la atención previsional y sociosanitaria de los adultos mayores (INSSJP, ANSES, CNPA, PROFE y Dirección de Tercera Edad de CABA ( y las acciones efectivas desempeñadas por dichas Dependencias En lo que respecta a las manifestaciones del MALTRATO INSTITUCIONAL-ES La EXISTENCIA SISTEMÁTICA de demandas específicas ante cada una de las instituciones denunciadas pone de manifiesto la falta de flexibilidad de las ofertas prestacionales y de última la no correspondencia entre los servicios ofrecidos y las necesidades de los requirentes. Se suscitan situaciones por las cuales se intenta ubicar (“forzando”) cada necesidad personal en alguno de los casilleros correspondientes a las escasas prestaciones existentes, sin ninguna perspectiva de integración ni de gestión personalizada de los casos NUEVAS FORMAS DE INTERVENCIÓN EN LA TEMÁTICA La diversidad y complejidad de las problemáticas analizadas dan cuenta de las distintas expresiones y efectos del MALTRATO INSTITUCIONAL-ESTRUCTURAL devenido de los incumplimientos del Estado y de sus organismos dependientes. Esta forma de maltrato es sistemática y por ello no puede ser abordada con acciones y categorías discretas como las utilizadas en los extendidos ALGORITMOS diseñados para aplicar en situaciones de maltrato con adultos mayores, como conjuntos de pasos predefinidos para ejecutar acciones destinadas a resolver esta problemática. Al respecto empleados precitados del Área de Tercera Edad de la Defensoría que fueron entrevistados, señalaron dos modos prioritarios de intervención por parte del Organismo de Garantías . Intervenciones Tradicionales consistentes en la emisión de cédulas, oficios, tramitaciones ante Organismos, acompañamientos en trámites. etc.e Intervenciones No Tradicionales expresadas a través de la realización de congresos, jornadas, foros, encuentros, conformación de redes y organizaciones para el fortalecimiento de la conciencia y defensa de los derechos de los mayores. Por otra parte se verifica que muchas de las estrategias de abordaje y prevención sugeridas contra la violencia cotidiana y urbana generan en los adultos mayores reacciones que convalidan UNICAMENTE el resguardo de su seguridad individual. En el campo de la Tercera Edad, el problema puede entonces complicarse dado que, en muchas ocasiones, la solución auspiciada supone un incremento de los llamados factores de riesgo, en virtud de que el aislamiento encubierto en la “seguridad individual” conlleva una facilitación INDIRECTA de cuadros de la llamada VEJEZ FRÀGIL (desequilibrio e inestabilidad) los que pueden precipitar la emergencia de cuadros geriátricos. Hay que intentar echar cierta luz, , sobre las tensiones entre la “mirada” monocular ligada a la tradición individual, familiar e incluso policial, destinada a la salvaguarda individual frente al análisis social de la problemática de la situación que implica tanto a la víctima, como al victimario “en situación”, es decir en sus determinaciones históricas. Resulta necesario evidenciar los conflictos existentes entre la práctica de autopsias y la elaboración de acciones de modificación, con intencionalidad de “futuro...” La seguridad es un proyecto estratégico que tiene como consecuencia la lucha por los derechos humanos, la democracia y el BUEN GOBIERNO. La CONFIANZA HUMANA en las posibilidades de realización de todos los seres humanos. Supone una preocupación universal por la vida y por la DIGNIDAD HUMANA con componentes interdependientes y complejos (en sus aspectos políticos, económicos, sociales y ambientales. La Seguridad Humana a diferencia de otras concepciones que ponían el acento en el territorio, el poder militar o ideológico, se basa en la seguridad de las personas, entendiendo que el desarrollo debe beneficiar a todos. Para este proyecto hace falta poner distancia con la visión PATRIMONIALISTA que convierte un bien público en un bien privado, síntoma de la gravedad del deterioro de lo público. El loteo de lo público genera relaciones sociales que restringen el desarrollo autonómico. El clientelismo, expresado como simpatía y temor a los poderosos no favorece un clima de debate y de progreso intelectual ni tecnológico. En este sentido el poder de turno teme el riesgo, los cambios y de última es conservador. En cuanto a la pobreza es la GRAN FABRICA DE INSEGURIDAD y ella es el principal combustible que retroalimenta el esquema patrimonialista del poder que obtura el PROYECTO DE SEGURIDAD HUMANA.- El Área de Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires por estas y otras muchas razones, registra la necesidad de ampliar su rol tradicional y “funcional” con la políticas sociales de turno, proponiendo y ejecutando intervenciones NO TRADICIONALES más allá de sus muros, interactuando con los movimientos sociales ligados al campo de la defensa de los derechos de los mayores y profundizando la democratización de la sociedad A modo de síntesis: Lo que sostiene y otorga viabilidad a las acciones grupales no es solo la actividad en común, sino que fundamentalmente los ideales y la búsqueda de un PORVENIR COMPARTIDO... LA SEGURIDAD HUMANA NO ES ALGO POR DESCUBRIR SINO POR CONSTRUIR SOCIALMENTE Se trata de procurar nuevos - viejos sujetos colectivos con capacidad para fijar temas en la agenda de los decisores. Podemos no tener un proyecto para cada ocasión, pero no podemos dejar de pensar estratégicamente en pos de la conformación de ese sujeto colectivo Finalmente se puede transpolar a este campo una frase del dramaturgo y psicoanalista argentino Eduardo Tato Pavlovsky, la que invita a la REFLEXIÓN-ACCIÓN: QUE HACEMOS CON LO QUE SABEMOS... Resumen de Memoria de Investigación Licenciado Roberto Orden Maestría en Gerontología Social Universidad Autónoma de Madrid Año 2006

domingo, 22 de julio de 2012

Aspectos psicosociales de la dependencia en los mayores

ASPECTOS PSICOSOCIALES DE LA DEPENDENCIA EN LOS MAYORES Si no canto lo que siento me voy a morir por dentro... Luis Alberto Spinetta Sumario: NUEVO TSUNAMI, social y epidemiológico ... El Consejo de Europa, en 1998, definió la situación de “dependencia” de una persona como la imposibilidad de realizar las actividades de la vida diaria. Se calcula que existe en dichas circunstancias, un 4,5 % de la población general y un 26 % de mayores de 65 años. Los medios hablan mucho de la inseguridad urbana pero nada dicen sobre la falta de apoyo y asistencia para quienes cuidan personas dependientes, que en su gran mayoría son mujeres. En nuestro País comienza a elevarse una inmensa y devastadora ola que irá creciendo y arrastrando desde sus entrañas , muchas vidas de jóvenes y viejos, sin respetar ubicaciones, clases ni sectores sociales Estamos a tiempo para revisar nuestras prioridades y lograr que la sociedad comience a ser MÁS JUSTA, SOCIAL Y SEGURA... El Consejo de Europa en el año 1998 definió la dependencia como: “El estado en el que se encuentran las personas que por razones de autonomía física, psíquica o intelectual, tienen necesidad de asistencia y/o ayuda importante para realizar las actividades de la vida diaria” Según estudios realizados en España preparatorios del Sistema Nacional de la Dependencia, el 4,5 % de la población total soporta esta problemática, cuya atención construye en dicho país el llamado “Cuarto Pilar del Estado de Bienestar”, tras la educación, las pensiones y la salud, (en el marco de una lógica de ciudadanía). Se calcula que de ese porcentaje un 49 % sufre dependencia leve, un 31 % dependencia moderada y un 20 % dependencia grave. Alcanzando entre los mayores de 65 años el 26 % de dicho grupo etáreo, con un 13 % de dependencia leve, un 8 % de dependencia moderada y un 5 % de dependencia grave. Para el Dr. Javier Yanguas de la Fundación Matia, la atención constante conlleva una situación de estrés para los cuidadores, a la que define como una reacción ante estímulos que desorganizan la conducta habitual de una persona abocada a la atención de otra u otras, quienes se encuentran en estado de dependencia. Dicha reacción o reacciones comprometen las esferas de vida ligadas con lo afectivo, lo físico, lo psíquico, lo cognitivo, lo laboral, lo relacional, el ocio y tiempo libre y los vínculos en general. Quien dispensa estos cuidados se encuentra expuesto ante estímulos denominados estresores primarios que son los antecedentes o precursores de situaciones que luego ofician como estresores secundarios con un nivel de organización mayor para la generación de reacciones adversas. Existe entonces un “derrotero” casi inevitable en la generación de estrés que comienzan a transitar quienes cuidan mayores en los momentos iniciales de la dependencia hasta recalar en aquellas estaciones en las cuales los requerimientos son constantes, integrales y múltiples. No necesariamente toda persona cuidadora desarrolla las mismas reacciones y existen muchos factores personales y sociales que pueden oficiar de “predictores” de dicha situación (capacidad de afrontamiento, formas de vinculación previa con la persona dependiente, recursos pre-existentes: familiares, económicos y de otra naturaleza). Lo que también resulta indiscutido es que la provisión de cuidados comporta un río subterráneo y en ocasiones manifiesto que tiende a arrastrar con su torrente hábitos y costumbres de la histórica vinculación existente entre cuidadores y enfermos. Esa historia personal y también compartida entre cuidadores y mayores cuidados, justifica y explica las razones por las cuales son ciertos familiares y no otros, los que terminan haciéndose “cargo” de dicha responsabilidad. Las estadísticas confirman que tales actividades son desempeñadas prioritariamente por personas de sexo femenino y de modo prevalente mayores de 45 años. Más allá de las tareas “encomendadas” social y culturalmente a las mujeres, la elección específica de quienes las realizan va a estar fuertemente articulada con el relato sostenido en la “novela familiar” existente en cada hogar, por lo que la historia compartida ocupa un lugar central en la explicación causal de dicha elección. Los cuidados dispensados pueden incluir: acompañamiento, higiene y confort, alimentación, vestido, asistencia sanitaria de baja complejidad, compras, trámites, etc. Orientados, ya sea para reemplazar al mayor o bien para ayudarlo a desempeñar dichas actividades. Ahora bien CUIDADO no es lo mismo que asistencia y al respecto se suele aludir con este término a acciones asociadas con: velar, advertir. Proteger, proveer, acompañar, etc, pero CUIDADO supone también aprehensión y prevención. El CUIDADO es una luz amarilla que se prende y de ese modo anticipa el inminente peligro de una luz roja. Desde el contexto de la seguridad vial, es aquel momento en el que hay que empezar a “frenar” para evitar un choque o accidente. También constituye una oportunidad para cruzar, y avanzar con cautela en un paraje existencial en el que acechan peligros de distinta naturaleza que importa sortear para poder seguir en viaje.. Lo paradójico del tema es que el clima de calidez y continencia del espacio familiar puede trocar de un momento a otro en SINIESTRO Freud señala en un artículo homónimo, una serie de elementos, que generan “efectos de siniestro”, entre los que se destaca la emergencia del “DOBLE”. La existencia de un “otro” que ocupa “mi lugar...” según este agudo autor es angustiante al extremo y tiene su génesis histórica en los juegos identificatorios jugados por los hijos, para representar a sus padres, lo que “reaparece” en oportunidad de la provisión de cuidados a mayores dependientes. Resulta bastante frecuente entonces, que los hijos se identifiquen con los roles jugados por sus padres, en los distintos momentos de la vida cursados por sus mayores Esos ejercicios identificatorios en ocasiones reaseguran la identidad de los hijos y donan sentido de continuidad, pero cuando los padres son “dependientes” trocan en “siniestros”, pasan a jugar como DOBLES anticipando en el presente lugares futuros que van a ser ocupados inexorablemente, el doble pasa a ser un destino inevitable, no hay posibilidad alguna de cambiar dicho camino; “el otro ocupa mi lugar”. Resulta entonces siniestro asistir a la dependencia de los propios padres, pero sin lugar a dudas resulta peor anticipar (a través de estos familiares), el propio destino. Al menos esa es la fantasía que cobra importancia y tiene “eficacia”. simbólica en el seno de una relación de cuidados de personas mayores. Lo que ocurre en el recóndito escenario de lo familiar que se torna “siniestro” al perderse drástica o paulatinamente una situación previa de bienestar, conserva una gran distancia de quienes deciden los destinos de los actuales y futuros mayores Un auténtico Tsunami Social y Epidemiológico comienza a levantarse no desde la exterioridad de la sociedad sino desde sus propias entrañas, que irá creciendo y arrastrando en un devenir exponencial vidas de viejos y jóvenes, de los suburbios y del centro. La atención de los dependientes y de las consecuencias que ello genera, no respeta clases, ubicaciones ni sectores sociales. ¿Cuándo será el momento en el que la sociedad y en particular sus legítimos representantes comprendan que la atención de mayores dependientes es una problemática que excede ampliamente a este sector poblacional y que es un problema de la salud pública y colectiva, que merece tanta atención e importancia como el dengue o el cólera?... Como dice Freud . La sociedad se verá en la obligación de agregar a la ayuda técnica , la ayuda material, para confrontar con este flagelo., al respecto la discusión sostenida en la actualidad en el seno de la sociedad española, sobre la llamada “Ley de la Dependencia” pone sobre el tapete y visibiliza lo que en la Argentina se pretende ocultar debajo de la alfombra. El actual Gobierno de la Península Ibérica caracteriza la atención de la dependencia como el futuro “Cuarto Pilar del Estado de Bienestar” ubicándola en un mismo plano con la Educación, la Salud y las Pensiones (Seguridad Social). En un contexto latinoamericano caracterizado por la fragmentación y exclusión social con altos índices de pobreza estructural de sus mayores, no se trata simplemente, que el Estado “colabore” con las familias y los damnificados, se debe procurar que desde las Instituciones abocadas a este segmento se asuma estas funciones como parte de sus “obligaciones”. El Estado debe incluir dentro de sus responsabilidades animar o contribuir a la generación de programas flexibles, ágiles, de rápida cobertura útil y con aspectos que garanticen la calidad de sus componentes El ciclo favorable de la economía, el ordenamiento institucional progresivo, las ventajas comparativas de los comodities conforman un escenario propicio para que la comunidad discuta cuales son sus problemas prioritarios y busque los modos para empezar a resolverlos. Visibillizar el status “público” de estos problemas por su impacto sobre el conjunto de la sociedad, conlleva el abandono de las actitudes hipócritas y duales actuales, las que por un lado apelan y preconizan la necesidad de la contención familiar y por otro, poco o nada hacen respecto del apoyo a quienes efectivamente desempeñan dichas tareas. El llamado MODELO MÉDICO HEGEMÓNICO opera como un obstáculo a tener en cuenta en el camino de la asunción institucional de los cuidados para mayores dependientes, dado que pretende velar el problema, medicalizando las soluciones. Su estrategia princeps radica en la ficción de que con los fármacos toda patología cede e incluso “se cura”. En una versión remozada del mismo aparece el MODELO GERONTOLÓGICO DOMINANTE (MGD) que con la nueva pátina de un discurso interdisciplinario florido y progresista no acierta a encontrar los caminos para revertir la problemática que encierran los cuidados a mayores dependientes . El MGD plantea de un modo convencido y hasta vehemente la atención especializada de los mayores, pero esto encierra un efecto paradojal dado que al especializar, además, obtura la realidad, desde una óptica monocular pretendidamente científica, lo que termina sacrificando el componente social, que suele ser uno de los explicativos (causales) de las dificultades que se analizan. De todas formas deshaciendo esta operación cosmética que no supera un status de camuflaje, el MGD muestra que la mayor eficacia de su accionar termina depositándose en el arma tradicional del “FÁRMACO”, en particular aquellos de última generación. Desde esta mirada sesgada se pretende medicalizar “cuestiones de la vida” , disciplinando conductas profesionales y no profesionales, generando la ficción de que el medicamento todo lo puede. Pacientes y familiares, trocan sus expectativas de ser “entendidos” por el mero hecho de “ser atendidos”. El sistema tiende a reproducir sus perversiones y atrocidades, fragmentando, engañando sin denunciar que muchas de las patologías que sufren los mayores son crónicas y progresivas, lo que no supone eliminar el accionar farmacológico pero tampoco justifica la actual “empresa de oscurecimiento” asumjda desde la Industria del Medicamento. Se populariza el consumo de muchos fármacos, sin eficacia terapéutica comprobada y se distraen volúmenes muy importantes de fondos de las Obras Sociales y de los bolsillos de los particulares para sostener esta catedral imaginaria... Frente a tanto despilfarro poco se “invierte” en programas de atención domiciliaria con orientación continua, progresiva y personalizada. Se encaran de un modo recurrente y con fines de marketing político, programas “masivos” de capacitación de RRHH para desempeñarse como cuidadores domiciliarios, tomando como población blanco de los mismos a desocupados, en especial mujeres, pero hay una total ausencia de previsiones en lo que refiere a la organización de la oferta de servicios. Se encuentra debidamente comprobado que todo proceso de formación de sectores excluidos de la sociedad conlleva mejoras objetivas de su inserción en el mercado laboral y en su capacidad de ingresos. No obstante ello las personas formados en dichos procesos en general van a engrosar el colectivo de empleados “informales”, sin aportes a la seguridad social, ni relación de dependencia, es decir que pasan a desempeñar trabajos de baja calidad. Al respecto el INSSJP sigue reconociendo estas tareas a través de una contratación indirecta, mediante un subsidio entregado a cada afiliado que demande este tipo de intervención (en un cifra por demás ridícula comparada con la demanda real de estos servicios entre los mayores) y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, a través de sus áreas sociales, firma convenios de atención con Cuidadores capacitados en forma individual por una acotada cantidad de horas por paciente y dejando de lado las problemáticas más importantes. Existen muchas experiencias formativas a lo largo y lo ancho del país, sobre todo encaradas desde el Ministerio de Desarrollo Social, pero en ninguno de los casos relevados se plantean acciones sostenidas y sustentables para la organización de las ofertas de atención domiciliaria, no previendo la incorporación sistemática de estos trabajadores capacitados en cuidados domiciliarios, a efectores formalizados de servicios y con capacidad para brindar servicios con gradientes progresivos de calidad de atención (continuidad, accesibilidad, ofertabilidad, seguridad, disponibilidad, aceptabilidad, eficacia,. equidad, efectividad y eficiencia) La baja calidad de la relación laboral sostenida por los cuidadores formales más tarde o más temprano va a incidir desfavorablemente en vínculos entre cuidadores y mayores asistidos. En el año 2003 el INSSJP decidió destinar una parte del presupuesto correspondiente a las prestaciones sociales, por inspiración de la Comisión de Seguimiento (conformada por organismos de control y de garantías), para la conformación de “Efectores Sociales” operacionalizados como cooperativas de cuidadores orientadas a asistir mayores dependientes, superando de ese modo, el modelo de la atención por subsidio. Al poco tiempo, con el cambio de la conducción institucional, esa partida fue traspasada para solventar el aumento de las internaciones en residencias para mayores, brindando otra muestra de que el pasado no cesa de repetirse y que los poderes tradicionales tienen una enorme aptitud para reciclarse, mimetizarse e influir sobre los decisores de turno. Todo ello va conformando un cuadro de situación en el que no existe la voluntad política de encarar las decisiones estratégicas que demandan los procesos crecientes de envejecimiento de nuestra sociedad. Pareciera que existe una enorme sordera ante los angustiantes gritos y sollozos provenientes de los lechos de quienes no pueden moverse ni acceder a los Olimpos Gobernantes. Y por otra parte RESULTA CURIOSO: • El doble discurso de las intenciones proclamadas y las realizaciones efectivas. • La escasa trascendencia brindada desde las Instituciones Oficiales a las temáticas sociales y sociosanitarias de los mayores • El mínimo espacio otorgado a lo “Social” en los Congresos Gerontológicos • Las ausencias y/u olvidos cómplices , donde debieran ocurrir flujos importantes de fondos y recursos para la atención domiciliaria. • Que no se haya avanzado en la investigación, innovación ni desarrollo de estos recursos demandados de forma manifiesta y latente por los mayores dependientes y sus familiares inmediatos. • Que no haya desarrollado un registro y/o red institucional de cuidados, abierto a la incorporación progresiva de efectores acreditados. • Las reacciones paranoicas que se generan en las Autoridades Oficiales de la atención geriátrico – gerontológica, ante las críticas en este campo. • .El sospechoso silencio en la materia, de las organizaciones y asociaciones profesionales así como de los gremios actuantes en dichos ámbitos ante la degradación y el retraso de las prestaciones sociales orientadas a los mayores . Las problemáticas referidas a los cuidados domiciliarios se extienden progresivamente y la distancia con las actuales soluciones dejan al descubierto brechas de cada vez mayor profundidad. El subsidio de contención sociosanitaria ( de escaso monto) y las actuales prestaciones dinerarias otorgadas desde el PAMI no alcanzan para cubrir con sus montos muchas situaciones de complejidad variada atravesadas por adultos mayores dependientes y también por sus familiares cuidadores (informales) Mientras tanto la dependencia se abre paso entre los mayores y emergerá progresivamente con una virulencia enorme, en nuestro País, no limitándose a afectar a los mayores de extracción humilde sino tocando el timbre en todas las clases sociales. La cultura “liquida” fragiliza toda vocación de resolución social pero lo reprimido emerge en el ámbito de lo familiar y allí no resulta posible hacer zapping... Los problemas de los mayores requieren de una real atención sociosanitaria, altamente personalizada, progresiva y continua, que por supuesto debe contar con una base de fuerte tono comunitario, es decir recursos, instrumentos y soluciones allí donde los viejos viven, sufren, gozan, practican sus credos, defienden sus derechos y también donde finalmente van a morir. Los “sistemas” de cuidados domiciliarios articulados con otros recursos de atención gerontológica configuran el punto de inflexión necesario para el cambio a una generación nueva de respuestas en reemplazo de un sistema de atención que evidenció una triple crisis: en lo que refiere a costos, logros y accesibilidad Los cuidados domiciliarios no pretenden emular la “panacea” que imaginariamente reivindica el modelo medicalizado pero modestamente plantean que lo social no es predecible ni disciplinable.. Cabe preguntarse si se harán desaparecer de las crónicas gerontológicas, los cadáveres, emergentes de la desatención de la dependencia., parafraseando épocas negras de nuestra sociedad cuando por otros motivos , también inconfesables, se silenciaban reclamos y cuerpos. Y al comparación no resulta exagerada si tenemos la férrea voluntad de denunciar las nuevas formas de violación de los derechos humanos en nuestros tiempos, incluyendo la falta de apoyo a la dependencia como uno de los modos de exclusión social y si como dice el dramaturgo Bertold Brecht: como no podemos seguir mintiendo empecemos a decir la verdad... Las responsabilidades no pueden delegarse solo en quienes dirigen las instituciones abocadas a la atención gerontológico, hace falta gestionar “el buen gobierno” , el compromiso ciudadano, la crítica constructiva y la búsqueda del consenso para que emerjan políticas de estado que desborden legitimidad y no solo imposición de unos pocos “iluminados” sobre muchos desencantados... Bs. As., 26 de marzo de 2007.- Lic. Roberto Orden

sábado, 21 de julio de 2012

La atención burocrática de los mayores

LA ATENCIÓN BUROCRÁTICA DE LOS MAYORES (Trabajo presentado en el Congreso de la SAGG Año 2007) El nombre dice más de una persona que su edad... Haydee Andres Sumario En una época en la que surge la necesidad imperiosa de alentar “el buen gobierno institucional” y la gestión continua de la calidad, se entiende por burocrática aquella práctica teñida de lentitud, ineficiencia e ineficacia, desplegada por sectores retardatarios y refractarios a toda forma de innovación gestionaria. Desde cierto preconcepto se suele pensar que solo los empleados administrativos son presa fácil del status burocrático totalizador, mientras que el personal técnico y profesional en lo cotidiano, violenta y es violentado en contextos de atención gerontológica (atención, asistencia, aprendizaje, prevención, y rehabilitación) lo que burocratiza su accionar en un sentido impersonal y estandarizado. Las burocracias meritocráticas al decir de Max Weber poco tienen que ver con la perversión de las prácticas institucionales, con el clientelismo, el patrimonialismo y con la corrupción de primera o segunda generación . En el presente trabajo se intenta analizar aquellos desfasajes y discontinuidades registrados en la atención de los mayores que caen dentro del apelativo de “burocráticos”, con el cometido ulterior, de realizar una apelación en pos de la conformación del sujeto colectivo, organizado y autoconciente... Los adultos mayores conforman un grupo poblacional predominantemente heterogéneo más allá de las “interpretaciones globalizadoras” que pretendieron adjudicarle un carácter homogéneo . La tendencia a utilizar dimensiones uniformizantes operacionalizó una forma de maltrato “cultural” que luego se tradujo en decisiones y acciones en diferentes contextos. El exceso de categorías de sesgo biologizado (en particular las referidas a sexo y edad) conllevó, en muchas ocasiones, la desaparición de las diferencias individuales, tan “caras” para los sujetos.. La hegemonía de la perspectiva médica, condujo a la medicalización de la cotidianeidad y al olvido de dimensiones holístico-antropológicas-existenciales de los mayores . Los avances tecnológicos impactaron con aciertos y errores en la comprensión de la “humanidad” de los mayores pero muy especialmente afectó la atención que se les brindó. El uso de categorías discretas ante la inocultable presencia de realidades complejas de los mayores, generó intervenciones acordes con las formas acotadas y sesgadas de entender ese mundo. Entonces, las formas de caracterizar y/o diagnosticar dicha realidad condicionó los modos de actuar sobre la misma Las nuevas tecnologías en particular las del campo de las comunicaciones incrementaron la información disponible sobre la tercera edad pero también proveyeron al oscurecimiento del respectivo “conocimiento”. La tendencia a la desagregación de procesos y la búsqueda “masiva” de procedimientos devenidos en algoritmos colaboró con una mayor segmentación del campo y en particular con la invisibilización de categorías relacionales, sociales e históricas tan relevantes a la hora de comprender el proceso del envejecimiento. Con el advenimiento de esta época “light” la visión simplificada y desagregada (por sectores), se correspondió con la implementación de procedimientos de intervención de salida ágil, pero con escasa eficacia y continuidad en el tiempo, frente a los graves “problemas”atravesados por los mayores.. El uso progresivo de la informática, la implementación de los call-center y de las líneas de llamadas gratuitas conllevaron un avance notable en el desarrollo de muchos procesos de gestión pero su entronización, cuando no su absolutización supuso sacrificios en el vínculo con los mayores y también la lisa negación de problemas de importancia.. En muchos casos fue dable comprobar que los recursos implementados para ahorrar tiempos y recursos a los mayores se autonomizaron y agregaron incomunicación y escollos para el acceso a los servicios brindados por las instituciones encargadas de hacerlo. Los famosos 0800 pasaron a responder con premura las demandas, pero siempre dentro del marco acotado y “bizarro” de las ofertas preexistentes, contribuyendo de un modo indirecto con la obturación de otros planteos de los beneficiarios que no estuvieran contemplados previamente. Poco se hizo en favor de la visibilización del total de las necesidades de los mayores y la falta de sensibilidad de los instrumentos no tendría tanto que ver con un problema intrínseco sino que prioritariamente con la insuficiencia de aspectos y “ cargadas” por el sistema de atención para los interesados. Todas estas herramientas pueden servir para limitar en lugar de facilitar si al mismo tiempo no se da un proceso cierto, profundo y constante en la cultura organizacional que procure una modificación de la calidad de atención y tenga por eje y centro a la persona del mayor, de un modo continuo, viable y progresivo. Los programas para mayores... En el contexto latinoamericano, la búsqueda de programas para mayores, en su doble acepción, como un ejercicio para lograr su financiamiento local o internacional, en tanto diseños vacuos con ropajes de informatización o también como un esfuerzo por nombrar de un modo pretendidamente “científico” y sistemático las acciones prioritarias con mayores dentro de un andarivel lógico y traducido a lenguaje informático, han contribuido a un mayor “derrame” de esfuerzos y recursos. El aparente control logrado tras incorporar en un software de ultísima generación, un conjunto de acciones organizadas, lógicas y secuenciadas conformó un nuevo LECHO DE PROCUSTO, que sin el acompañamiento de otras decisiones y acciones dejo por afuera, elementos esenciales para la comprensión e intervención sobre los problemas. Un efecto similar se logró al pretender “comprimir” la realidad de los mayores dentro de los muros de los clásicos factores de riesgo, como dijo hace más de cincuenta años Don Ramón Carrillo, ante la miseria y la pobreza los microbios son unas pobres causas, para entender las enfermedades. Del igual modo es pretencioso explicar la problemática de un mayor con el uso de categorías sociales escindidas y descarnadas como son: capacidad adquisitiva, familiares convivientes o lugar de residencia. La apelación a modos de intervención y evaluación “adocenados”, estuvieron más orientados a justificar los gastos ante los organismos financiadores, que a enfrentar y en el mejor de los casos modificar las causas y condiciones de los problemas. Las posturas reduccionistas inhibieron la capacidad para reaccionar ante los cambios constantes y el aferramiento a lógicas pre-establecidas, impidieron la generación de respuestas oportunas, eficaces, efectivas, equitativas y en concordancia con las demandas y necesidades de los mayores. Estos modos de respuesta tuvieron en común las “ubicaciones” de los sectores profesionales y administrativos abocados a estas tareas, como elaboradores, directores y administradores de prácticas, y a los sectores usuarios, como inevitablemente verificadores y receptores pasivos de las mismas. Este repertorio de acciones estuvo rara vez planteado con una orientación facilitadora, asesora o inductora, acerca de la utilización de los recursos por parte de la comunidad, pues se descarto la variable de su participación en la toma de decisiones. Toda estas prácticas se referenciaron en un conjunto de representaciones con una concepción o ideología de trabajo con efectos dominantes sobre otros dispositivos de servicios orientados hacia adultos mayores . La atención burocrática no quedó reducida a los espacios administrativos de servicios orientados a los mayores, quizás su encarnadura principal y más perniciosa, probablemente, se evidenció en el contexto de la atención técnico-profesional directa. La práctica habitual de la derivación de un sector de diagnóstico o de asistencia a otro, dentro de este quehacer “burocrático” también incluyó ciertas necesidades de los actores administrativo-profesionales en el sentido de rehuir de los compromisos y de la convalidación de planteos fóbico defensivos. Por sobre la intención de resolver problemas se impuso al decir de Carlos Matus la instalación de una callosidad aislante destinada a tomar distancia de toda eventual contaminación con la realidad de sentidos, colores y sufrimientos de los mayores. Las instituciones pueden erigirse como el gobierno de los muertos, sobre los vivos... El acontecer de los individuos y grupos deviene en el marco amplio de las instituciones, que a su vez pueden ponerse al servicio de la expansión y el desarrollo del hombre o, en su defecto, de su limitación... Ambos modos de funcionamiento institucional generan consecuencias y efectos disímiles, pero, desgraciadamente, a la fecha, en una gran mayoría de las instituciones oficiales y privadas , abocadas a la atención de mayores, se prioriza un discurso instituído como inamovible, que reivindica en el “hoy”: un deber-ser histórico-institucional, que en muchos casos se presenta como hilacha raída de lo que fue.. Las instituciones abocadas a la atención de mayores terminaron asumiendo la misma estructura de los problemas que procuraban resolver, cuando no los potenciaron. Se plantea una disociación entre las intenciones proclamadas y las realizaciones efectivas, la falta de correspondencia entre fines y medios para alcanzarlos, y la falta de cumplimiento de los cometidos propuestos... Esto, que parece una paradoja, tiene una extensión y masividad que desborda los límites de las instituciones sanitarias y sociales. La escuela genera analfabetos funcionales; el establecimiento psiquiátrico LOCURA Y ENCIERRO; la residencia para mayores, soledad, desarraigo y aislamiento, y la cárcel es una escuela de criminales. Ante esta conflictiva, los medios institucionales se “autonomizan” y se erigen como fines en sí mismos. Este primer análisis debe sumar todos los factores ligados a lo que tradicionalmente se conoce como “cultura institucional”, es decir, la “genoestructura”, que condiciona con sus reglas básicas todo el aparato institucional observable. Hoy en día, muchas instituciones de los campos sanitario y social se caracterizan por tener estructuras con un alto grado de rigidez e incoherencia, a lo cual se suma un inevitable arrastre de políticas con intereses que en ocasiones son divergentes. El “cortoplacismo” y la exigencia política de la coyuntura conspiran abiertamente contra el logro de adecuados sistemas de planificación estratégica, y se busca más la obtención de resultados bizarros que cuestiones básicas de proceso y desarrollo institucionales. La planificación que “domina” se confunde con el mero cálculo de recursos requeridos y disponibles, sin establecer adecuados “escenarios de cálculo”, a fin de fijar la viabilidad político-institucional de los emprendimientos y proyectos. No se dispone de indicadores de desempeño confiables, y por ello no hay comparación sistemática con las metas programáticas preestablecidas. La discontinuidad sumada a la falta de idoneidad de los equipos de dirección de las instituciones hace que las responsabilidades por las decisiones se diluyan, y resulta por demás dificultoso evaluar el momento en que los objetivos dejan de cumplirse. Cada elenco dirigente genera, a la vez, grupos de evaluación y diagnóstico institucional cuyas recomendaciones, al poco tiempo, van perdiendo sustancia y sentido. En razón de las discontinuidades señaladas se producen dramáticas desarticulaciones horizontales y verticales, que van determinando una auténtica feudalización y autonomización de pseudopoderes locales (áreas, departamentos, servicios, unidades, centros etc.). La falta de una adecuada comunicación entre los distintos niveles institucionales conduce a recrear mecanismos “imaginarios” de control, que no hacen más que generar el incremento de datos formales, al poco tiempo inútiles, mientras que la información básica se desplaza por circuitos ajenos a estos dispositivos, lejos de los ámbitos de decisión. La carencia de una conducción institucional idónea también influye en las políticas vigentes en materia de recursos humanos. Algunos sectores de trabajadores están sometidos a exceso de tareas, y en otros se advierte una superposición flagrante de actividades, prevaleciendo en la consideración de estos problemas criterios meramente cuantitativos, limitados a la estimación del número de individuos involucrados en las acciones, sin evaluar factores que atañen a la calificación, distribución, capacitación y motivación del personal, que constituyen el aspecto “cualitativo” de dicha política. Tampoco se tiene en cuenta la búsqueda de niveles de integración y de identificación con las tareas que se realizan. La capacitación no es utilizada de modo sistemático, como un instrumento imprescindible para el desarrollo de potencialidades, que puede incluso incidir en la genoestructura. A pesar de las sucesivas crisis vividas en el País, incluyendo la del “que se vayan todos” desde las miradas identificadas con el poder se interpreta de un modo “paranoide” toda forma de crítica y se pretende confundir una buena gestión de recursos humanos con lo que en realidad es sometimiento, generación de pasividad y disciplinamiento forzado. El “no te metás” tan caro para la historia argentina se reproduce hasta la enésima en las instituciones gerontológicas, ante privatizaciones o nacionalizaciones forzadas, mala atención institucional, mobbing contra trabajadores, coimas de 25 % etc. Los sindicatos y organizaciones gremiales operaron como “mamporreros” del poder de turno confundiendo intencionalmente tolerancia con indiferencia. Estrés y Violentación Institucional Esta fehacientemente comprobado que la atención constante de mayores dependientes conlleva, en sí misma, una situación de estrés para los cuidadores, a la que define como una reacción ante estímulos que desorganizan la conducta habitual de una persona abocada a la atención de otra u otras, quienes se encuentran en estado de dependencia. Dicha reacción o reacciones comprometen las esferas de vida ligadas con lo afectivo, lo físico, lo psíquico, lo cognitivo, lo laboral, lo relacional, el ocio y tiempo libre y los vínculos en general. Quienes dispensan estos cuidados se encuentra expuestos ante estímulos denominados estresores primarios que son los antecedentes o precursores de situaciones que luego ofician como estresores secundarios con un nivel de organización mayor para la generación de reacciones adversas. Existe entonces un “derrotero” casi inevitable en la generación de estrés que comienzan a transitar quienes cuidan mayores en los momentos iniciales de la dependencia hasta recalar en aquellas estaciones en las cuales los requerimientos son constantes, integrales y múltiples. No necesariamente toda persona cuidadora desarrolla las mismas reacciones y existen muchos factores personales y sociales que pueden oficiar de “predictores” de dicha situación (capacidad de afrontamiento, formas de vinculación previa con la persona dependiente, recursos pre-existentes: familiares, económicos y de otra naturaleza). Lo que también resulta indiscutido es que la provisión de cuidados comporta un río subterráneo y en ocasiones manifiesto que tiende a arrastrar con su torrente hábitos y costumbres de la histórica vinculación existente entre cuidadores y enfermos. No resulta descabellado suponer que quienes trabajan de un modo constante con mayores en situaciones críticas atraviesan circunstancias relacionadas con el ESTRÉS DEL CUIDADOR dado que en las mismas se re-producen las condiciones facilitadoras de dicho síndrome. Fernando Ulloa, psicoanalista con experiencia en temas comunitarios e institucionales, acuerda con aquella definición que entiende que toda institución es tributaria de un previo acuerdo o contrato. Para este agudo pensador, cuando no se cumplen los pactos fundacionales se desencadena lo que define como síndrome de violentación institucional. Dicha patología surge al no darse cuenta de los objetivos institucionales, y se registra un fenómeno “universal” de sitiador-sitiado, por el cual los grupos de mayor poder y manejo de recursos son sitiados por aquellos de menores recursos y poder relativo (sitiadores), comúnmente más numerosos. Los sitiadores “avanzan” porque no tienen dónde ir, renunciando a su expectativa de ser entendidos singularmente por la simple aspiración de ser atendidos, aunque este “gesto” no suponga ninguna solución a sus necesidades, y surgen frases como: “Fui al hospital”, “Fui al doctor”, “Fui al PAMI”... El S.V.I. también afecta a los “operadores” de la salud (auxiliares, técnicos y profesionales), los cuales comienzan a desarrollar, a causa del impacto de sus efectos tóxicos, trastornos en las áreas corporales y psicosociales, expresados como pérdida de imaginación, cansancio, desgano, aburrimiento, desvalorización de las tareas, resignación y desesperanza. El S.V.I. propicia el descenso de la inteligencia, de la simbolización de lo que está ocurriendo, y un “aplanamiento” de los vínculos y de los afectos. Una situación que termina tornando lo anormal institucional como normal cotidiano institucional, negando que ello ocurre... Intervenciones tradicionales y no tradicionales Fernando Ulloa concluye que para la remisión de esta problemática hay decisiones que superan su nivel de análisis, pero aporta, por el lado de los grupos y de los sujetos, la vigencia de una triple apelación, referida a: 1) darse cuenta (como recupero de la memoria y de la inteligencia); 2) correr riesgos (como recupero del cuerpo); 3) ejercicio ético (en tanto discriminación de lo que daña a uno y a otros). La inclusión de estas últimas variables supone una revisión crítica de los conceptos de “salud” y “enfermedad”, el empleo de nuevas categorías diagnósticas y de intervención institucionales, y la ponderación de la flexibilidad y del enriquecimiento de los marcos de referencia. Esta modificación sugiere la utilización de una epistemología convergente, que vaya construyendo el concepto de quehacer organizado y compartido como un producto social, y también como una suerte de meta sobre la base de la cual orientarse. Dicho quehacer cuestiona las definiciones negativas de la salud, como “ausencia de enfermedad”, y despunta un sentido eminentemente promocional para los sujetos y las instituciones, haciendo más hincapié en los procesos que en los resultados, e inscribiéndose en una visión sanitaria y social. La salud institucional como construcción social e histórica se identifica con el buen gobierno, el ensanchamiento progresivo de la condición de ciudadanía y la consolidación de hábitos dialógicos y democráticos. Sin ánimo de observar una definición rigurosa de la salud institucional, la misma confronta con el hábito burocrático y consuena con la posibilidad cierta, por parte de los sujetos que las conforman, de enfrentar activa y responsablemente las conflictivas presentes en distintos niveles. Su implicación, con el pleno reconocimiento y valoración de las propias pautas culturales, permite la posibilidad de su asunción y reconocimiento. Se plantea el enorme desafío de adecuar recursos, comportamientos y prácticas a los hasta ahora “pasivos usuarios”, buscando compatibilizar las intervenciones técnicas con criterios atinentes a la aceptabilidad, la accesibilidad, la equidad distributiva y el racional uso de los recursos institucionales. La promoción de la salud puede también ser entendida como el intento de organización de individuos y grupos a fin de que sean ellos mismos quienes puedan participar y hacerse cargo de las decisiones que les son propias por derecho. Esta cuantiosa y difícil tarea no puede ser obra de algunos técnicos y profesionales, no puede quedar reducida a intervenciones acotadas; por el contrario, los sectores profesionales pueden y hasta “deben” erigirse, dentro de sus posibilidades, como reaseguros, para generar ámbitos de encuentro y de resolución de problemáticas por parte del conjunto de interesados. Las posibles intervenciones sobre problemáticas institucionales reconocen como táctica y condición indispensable, entonces, la conformación y facilitación de espacios grupales democráticos y dialógicos. En el caso del Instituto de los Derechos de la Tercera Edad de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, ha venido llamando la atención sobre la insuficiencia de las intervenciones lineales y tradicionales ante las problemáticas complejas de los mayores. Dicha Instancia de Garantías propuso una metodología de trabajo superadora y “recursiva” en tanto productora y producida, articulando acciones tradicionales y no tradicionales con un ejercicio multifacético en los campos de las “intervenciones” jurídicas, sociosanitarias, comunitarias, de capacitación, organización social, actuación en los medios masivos de difusión, docencia, investigación sin descuidar la sensibilización social de las problemáticas del envejecimiento. En función del específico carácter modular de las intervenciones articulan su mantenimiento, despliegue y/o acotamiento en el tiempo según las necesidades ciudadanas y las condiciones estratégicas de su desarrollo. Dichas acciones, a lo largo del tiempo, han podido adecuar su desarrollo según las condiciones situacionales, destacándose por su alta sensibilidad y por su capacidad de reacción ante los cambios, sin renunciar a sus cometidos estratégicos, traducidos en la búsqueda del fortalecimiento de la organización social, el capital social, el buen gobierno y la lucha por la reasunción de las obligaciones indelegables del estado en el contexto de la Seguridad Social Los individuos, que sufren de modo “subjetivo” los sujetamientos y, en ocasiones, la violentación institucional, facilitan tras dichas intervenciones el clima y “escenario” necesarios para la inducción de cambios en esferas decisorias que muchas veces “perseveran” en la continuidad de políticas fragmentarias y descontextualizadas. La posibilidad “cultural” de encontrarse con otros genera condiciones para la búsqueda de alternativas de inserción social e institucional, formas de ejercicio de la solidaridad y canales válidos de participación, para la resolución de problemas comunes, recuperando historias, capacidades, potencialidades e identidades. La enorme fragmentación intra y extrainstitucional obrante en el campo de las instituciones sanitarias y sociales abocadas a la atención de mayores, resulta interpelada y cuestionada por la instrumentación de ACCIONES COMBINADAS TRADICIONALES Y NO TRADICIONALES destinadas al hombre que se construye diariamente, que recupera su palabra, que se reconoce y se siente contenido, con la re-creación de una atmósfera de solidaridad y de COMPROMISO CON LA VIDA que contradice la violentación, el individualismo y la inseguridad social...... “Los muertos están indóciles es que cayeron en la cuenta que son MAYORÍA...” Roque Dalton Lic. Roberto Orden