lunes, 24 de agosto de 2009

Vínculos entre nietos y abuelos

Gerontología de la Vida Cotidiana

VÍNCULOS ENTRE NIETOS Y ABUELOS, de la obligación a la elección...

Ya hace varios años el Dr Mario Strejilevich padre de la Gerontopsiquiatría nos alertaba sobre la imperiosa necesidad de superar aquella representación que asociaba a los mayores con imágenes fuertemente idealizadas, como la correspondiente a la abuela que leía un libro de cuentos a su nieta desde su lecho, con su espalda cubierta con una mañanita rosa en un clima de amor, bienestar y salud...

Este tipo de representaciones viene asociado con otra serie de ideas referidas al lugar de veneración y respeto en el que debe ubicarse a los mayores, particularmente a las mujeres, en particular aquellas que alcanzaron la cualidad de “abuelas”.

Debemos reconocer que tal estereotipo funciona en el imaginario social pero en paralelo invisibiliza otras cuestiones y a la vez sostiene “dispositivos” con efectos en las prácticas cotidianas de distintos grupos sociales.

La vejez no es un constructo homogéneo por el contrario existen muchos estilos de vejez, subjetividades variadísimas e irrepetibles y clases sociales modeladoras de prácticas, conductas y hasta padecimientos entre sus componentes.

Los mayores como grupo generacional no escapan a los alcances del llamado “control social” y en ese sentido se le asignan roles y funciones, en ocasiones de un modo obligatorio o compulsivo cuyo no cumplimiento podría ocasionar censura social y/o culpas entre aquellos mayores “díscolos”.

Cae dentro de estas obligaciones, el cuidado de los nietos en especial por parte de las abuelas, también de los abuelos. En el marco de esta imposición se expresan expectativas sociales orientadas a definir lo que es un correcto ejercicio de la abuelidad.

Cabe señalar que la “carga de las mujeres” es mayor en virtud de que a este género se le pide que sean “CUIDADORAS Y SERVIDORAS en todas las edades, también en la vejez.

El atributo femenino sobreidentificado con la cualidad materna implica que quienes tienen, van a tener o han tenido la posibilidad de ser “madres” natural y genéticamente guardan la virtud de brindar cuidados a niños, mayores dependientes, enfermos y discapacitados, es decir todos aquellos grupos cuyos integrantes se ubican dentro de una situación relativa de inferioridad.

Desde los discursos oficiales de las instituciones formadoras de la conciencia colectiva se realizan constantes y periódicas apelaciones a dichas encomiables tareas, pero hipócritamente poco se dice sobre la falta estructural de recursos como para apoyar estas y otras tareas, desempeñadas por las mujeres.

Por ejemplo poco se dice que más del 50 % de personas que cuidan a mayores dependientes son mujeres familiares de los mismos, entre las que suele ser prevalente el famoso Síndrome del Burn Out (del quemado, burden o sobre carga) producto del estrés asociado inevitablemente con el desempeño de dichas actividades.

Tampoco en los discursos oficiales figura como agenda de intervención el hecho de que las situaciones mayoritarias de violencia doméstica con mayores se producen en dichas relaciones de “cuidados”.

En el marco de estas ideas las relaciones abuelos - nietos están sobredeterminadas por un conjunto de factores y admiten una definición como situaciones complejas que desbordan investigaciones de sesgo positivista asociadas en muchos casos con visiones tradicionalistas y/o conservadoras, las que se encargan de hacer cosmética con la nombrada complejidad .

Los mayores claman por sus posibilidades de ser incluidos como sujetos de “plenos derechos” en lugar de ser objetos de imposiciones jerárquicas

Las estadísticas oficiales del INDEC cuentan que en la última variación intercensal (1991/2001) se corroboró un claro corrimiento que expresa no solo el crecimiento paulatino de los mayores (que ubican a nuestro país como envejecido) sino que en cuanto al tipo de conformación familiar estructurada los mismos, se registra un aumento de los hogares unipersonales y un lento decrecimiento de los hogares nucleares, las familias extendidas y también de las unidades no familiares.

Es decir que la evolución demográfica en el capítulo ceñido a los mayores estaría indicando una transición hacia situaciones de una progresivo distanciamiento de otros familiares, cuya causalidad también es compleja y desborda el presente análisis.

Enunciados los aspectos precedentes resulta necesario formular otras apreciaciones sobre la necesidades presentes en nietos y abuelos de profundizar su vinculación y conocimiento

.Los viejos no coinciden en muchos aspectos con los ideales y modelos transmitidos a través de la propaganda de los medios masivos de difusión, dado que se trata de un grupo etáreo en el que no existen mujeres pulposas ni hombres apolíneos y que además mayoritariamente (por sus circunstancias socio-econ-omicas), son poco proclives al consumo, teniendo en cuenta que el sistema de valores imperante propone a los ámbitos del consumo masivo balizando los shoppings, como lugares privilegiados para la diversión y el entretenimiento.

Por todo esto la presencia de los mayores junto a los niños RESTITUYE HUMANIDAD (en términos de continuidad, orígenes, pasado, presente y futuro, paso del tiempo y etapas de la vida, incluyendo la muerte)

Los mayores se sienten proyectados en sus nietos y estos reciben un baño de identidad siguiendo la construcción novelada de las historias de padres y abuelos, conociendo sus orígenes resulta viable proyectarse en un futuro aunque sea antitético con el relatado por sus familiares pero el futuro es sustentable, frente a una globalización que vino anticipada por un proclamado “fin de la historia”.

No hay que olvidar que la generación sándwich de los padres también obtiene beneficios de los encuentros entre nietos y abuelos dado que permite a éstos últimos reubicarse en sus propias cronologías y dar por saldado de un modo imaginario viejas deudas edípicas contraídas con sus propios padres, las que en realidad evocan compromisos con la cultura y lo comunal.

En todo este proceso guarda una importancia radical el hecho que las relaciones entre nietos y abuelos no surjan de esquemas adocenados de obligación sino del mayor grado posible de la elección de ambas partes, lo que garantiza un encuentro satisfactorio y gozoso para ambas partes.

Los mayores ni los niños deben converger por imperio de obligaciones extrínsecas a dichos vínculos, hoy existe la conciencia y el reclamo de una nueva institucionalidad que emerja del compromiso satisfactorio y no de la norma compulsiva y obsesiva...

Los niños evocan y metaforizan una las formas más sublimes del “compromiso con la vida “ por parte de los otros grupos de edades pero su sola existencia no alcanza para garantizar la vigencia de un proyecto, hace falta agregar el fuego sagrado del sentido y la significación a lo que construimos de modo personal, social e histórico...

Licenciado Roberto Orden

Mgter en Gerontología Social

Universidad Autónoma de Madrid

Bs. As., 27 de febrero de 2009.-

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